¿Qué hago si estoy casada y siento atracción por otro hombre? (Parte 2)

Vimos en la primera parte que las tentaciones son parte del diario vivir y que como cristianas necesitamos mantenernos alertas y con nuestra munición lista para luchar. También vimos cómo debemos mantener encendido nuestro radar, cuidar los pensamientos y huir de la tentación.

1 Corintios 6:19 lo dice bien claro, “Huyan de la fornicación”. No comiences a justificar lo que estás haciendo: no comiences a dialogar con la persona, ni contigo misma. El Señor que nos creó reconoce nuestras debilidades y por eso Él eligió la palabra huir. En la Biblia vemos cómo José corrió tan rápido para apartarse de la esposa de Potifar que dejó su ropa en sus manos. Y no solamente se apartó de ella, sino que “había huido afuera” (Génesis 39:13).

Si estás disfrutando los elogios de una persona que no es tu esposo, si te encuentras anhelando verlo, si estás cambiando tu forma de vestir o tu maquillaje para que él te vea, si te encuentras pensando mucho en él cuando no están juntos, si estás buscando formas de encontrarte con él, si estás comparando sus fortalezas con las debilidades de tu esposo, ¡ten cuidado! ¡Huye! Admite que estás en peligro y distánciate (Mateo 18:8-9).

Corre al Señor

Si reconoces que estás en medio de una situación como esta, no huyas al vacío: corre al Señor en busca de su perdón y protección. “El nombre del SEÑOR es torre fuerte, a ella corre el justo y está a salvo” (Proverbios 18:10). Santiago 4:2 nos recuerda “No tienen, porque no piden”, entonces pide protección sobre tu matrimonio y por tu fidelidad en el mismo.

Rinde cuentas

Como la carne es débil y nuestras emociones fuertes, busca a alguien confiable a quien le puedes rendir cuentas. El evangelio nos da la libertad de humillarnos delante de los demás puesto que todos nos reconocemos como pecadores en necesidad de un Salvador. Humíllate con esa persona, admitiendo lo que sientes, y dale el permiso de preguntarte sobre tus acciones y sentimientos. Esta persona puede orar contigo y unidas irán al trono de la gracia. Por supuesto, asegúrate de que sea una persona madura en la fe, no alguien que vaya a menospreciar la tentación o aun apoyar tu pecado.

Pon límites

Una vez más, recuerda que somos débiles. Si sientes una atracción por alguien que no es tu esposo, debes poner límites radicales. Nunca te quedes sola con él. Evita la comunicación por teléfono, email, redes sociales, etc. Nunca le menciones la atracción que sientes hacia él, ni los problemas que tienes con tu esposo. Mientras más te acerques, más difícil será alejarte.

Invierte en tu matrimonio

Todos los matrimonios tienen sus tiempos buenos y tiempos difíciles. Maneja esta situación que estás atravesando con sabiduría. Muchas veces la razón por la que te sientes atraída a esta persona es porque lo que él te está ofreciendo está faltando en tu matrimonio. En vez de acercarte a él para llenar la necesidad que tienes, aun si la falta es real, usa este conocimiento obtenido para identificar en qué áreas puedes mejorar tu matrimonio. Esto debe ser un llamado de atención para ti.

Pídele al Señor que aumente tu deseo por tu esposo. No justifiques tus sentimientos, ni tampoco pienses que lo que está pasando viene como un regalo de Dios. Dios nunca es autor de pecado (Santiago 1:13) y la voz de Dios nunca contradecirá su palabra.

Recuerda lo que sentías cuando tu esposo y tú eran novios. ¿Cuáles eran las cosas que tú admirabas? ¿Cuáles fueron las habilidades o fortalezas que te llevaron a enamorarte de él? Si tienes dificultades con esto, busca ayuda. Hay formas en las que puedes comunicarle a tu esposo lo que estás sintiendo sin que él se sienta amenazado.

Quizás es necesario que salgas con tu esposo a unas vacaciones a solas. Quizás necesitan planear salidas juntos regularmente, como ir a comer o ir al cine y tener buenas conversaciones. Sean intencionales en planear estos tiempos. Si no sientes que estás dominando tus emociones, busca consejo de un profesional cristiano.

Recuerda a Cristo

Más importante que cualquier cosa es que seas intencional en mejorar tu relación con Cristo. La mejor arma que tenemos contra un ataque espiritual es el arma espiritual. ¡Ponte la armadura de Dios! (Efesios 6:11). No batalles en tus fuerzas, sino en las fuerzas de Aquel que tiene el poder. Judas 1:24 nos recuerda: “Y a aquel que es poderoso para guardarlos sin caída y para presentarlos sin mancha en presencia de su gloria con gran alegría”.

La muerte de Cristo en la cruz derrotó el poder del pecado sobre nuestras vidas. Recuerda las verdades del evangelio. Recuerda que eres amada por Dios en Jesús. Recuerda que la obra de Cristo ha hecho posible que no tengas que vivir esclava al pecado y que ese mismo Señor es poderoso para guardarte. Confía en Él, aférrate a la cruz, huye de la tentación.

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