¿Relaciones digitales?

Vivimos en un mundo que está súper ultra conectado. Nada impide que las personas que amamos estén al tanto de todo en nuestras vidas, pueden darnos “likes” o "me gusta" y escribirnos sus buenos deseos en nuestros muros o en las publicaciones de nuestras fotos.

Estamos tan acostumbradas a nuestra vida digital que es muy difícil que pasemos tiempo libre desconectado de nuestro móvil o dispositivo electrónico. Lo llevamos al baño, mientras vamos en un vehículo o cuando caminamos en la calle.

Y esa “conectividad” nos da una falsa sensación de que estamos rodeados de gente, nos engaña haciéndonos sentir importantes cuando en realidad, y muy en el fondo, nos sentimos solas. Sin darnos cuenta, hemos remplazado las relaciones reales y auténticas por una ilusión barata de comunidad.

Si cuando te encuentras con alguien tu conversación se reduce a lo último que viste en su Facebook, si tu modo automático de responder a un tiempo libre es tomar tu móvil para ver quién te ha escrito, o quizás cuando estás en el comedor te encuentras mirando tu celular en lugar de mirar a los ojos de los que te rodean, creo que necesitas caminar hacia la libertad (yo te acompaño).

Quizás puedes estar pensando que en tu caso no es tan grave y que estás en control, pero sigue leyendo. Erin Davis, en su libro “Connected”, ofrece estas estadísticas de la realidad en los Estados Unidos, y creo que no dista de la mayoría de los demás países.

-El 70% duerme con sus celulares a menos de un brazo de distancia.

-Una de cada tres personas entra en internet antes de pararse de la cama.

-El 60% revisa su celular cada hora.

-Los adultos pasarán al menos de 8 a 12 horas mirando una pantalla, eso es más que cualquier otra actividad en el día, aún más que dormir.

Ella también dice que cada vez que recibimos un “toque” tecnológico como un “like”, un mensaje de texto, un comentario en una foto o un correo electrónico, nuestro cerebro recibe un estímulo de dopamina. La dopamina es un neurotransmisor que activa el centro de recompensa y placer en el cerebro. De manera que cuando tenemos alta actividad social en las redes el cerebro quiere más y más. ¿Te das cuenta de que es mucho más fácil estimularte de dopamina digital que de esa que se produce teniendo amistades reales, de personas de carne y hueso que te amen y se preocupen por ti?

¿Por qué preferimos entrar en línea antes de cultivar una relación real?

Somos egoístas

Queremos que todo se trate de nosotros y nuestra comodidad, ¿por qué tener que desplazarme a ver a una amiga enferma cuando puedo mandarle mi foto y muchos corazoncitos en un mensaje de texto?

¿Por qué tengo que ponerme de rodillas e interceder ante una petición de oración si con la mejor intención mando el ícono de las manitos orando?

En el fondo la tecnología ha revelado en nuestros corazones la apatía y la falta de interés real que tengo para los que me rodean.

"No buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás", Filipenses 2:4.

No amamos lo suficiente

La falta de amor es lo que nos tiene envueltas en la frialdad de este mundo digital, demostrar aprecio con un simple “like” es mucho más fácil que enfrentar los retos que envuelven las relaciones reales. Amamos tan poco que no estamos dispuestas a pagar el precio de una llamada, de una confrontación cara a cara y de invertir nuestra energía en escuchar a una amiga que está sufriendo.

"En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si os tenéis amor los unos a los otros", Juan 13:35.

No queremos ser vulnerables

Es mucho más fácil publicar fotos del irresistible postre que te comiste en la tarde que mostrar cómo eres en tu casa con tus padres cuando te llaman la atención por no haber llegado temprano. Las redes sociales nos permiten resaltar los lados brillantes de nuestra personalidad y nos permiten esconder con un filtro cuales son las debilidades de nuestro carácter.

"Si tengo que gloriarme, me gloriaré en cuanto a mi debilidad" 2 Corintios 11:30.

Nos damos el derecho de juzgar

¡Para esta necesitas una sobredosis de honestidad! ¿Te pasa que cuando vas desplazando la pantalla y viendo las actualizaciones comienzas a juzgar y criticar automáticamente? El tipo de vestuario, el estilo de vida, el físico de las personas, el peinado… todo lo que está frente a ti merece una opinión y comienzas inmediatamente a luchar con envidias, celos, y ahí estás tú escogiendo pecar simplemente por ocio (Ahí estoy yo también muchas veces).

"Por consiguiente, ya no nos juzguemos los unos a los otros, sino más bien decidid esto: no poner obstáculo o piedra de tropiezo al hermano", Romanos 14:13.

Necesitamos una mayor satisfacción

Cuando me veo recurriendo compulsivamente a mi celular o computadora en realidad estoy buscando esa conexión que mi alma tanto anhela, estoy cambiando la satisfacción suprema que sólo Cristo puede dar por un sustito digital barato.

El ser humano fue cableado para conectarse con su Creador y sus iguales, pero el pecado interrumpió la comunión y convirtió la cercanía en lejanía.

"Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros, que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido acercados por la sangre de Cristo", Efesios 2:13.

¿No es esa la mejor noticia de todas? Cristo restableció nuestra conexión con Dios para que disfrutemos de una relación real y abundante en Él.

Él nos ha regalado la familia y la iglesia como las mejores redes sociales para el crecimiento en la fe. No desperdicies la oportunidad de amar a gente de carne y hueso, pero te advierto que para cultivar esas relaciones vas a necesitar mucho mas que darle “seguir” a un perfil.

“Si quieres una real conexión vas a tener que hacer las pases con relaciones que no son perfectas. Tendrás que decirle “ok” al dejar entrar a otros cuando estás en tu peor momento y tu vida es un desastre. También vas a tener que estar dispuesta a voltear algunas mesas. Cuando la vida de los demás va por mal camino, no puedes hacerte de la vista gorda u ofrecer palabra baratas de aliento. Tienes que estar dispuesta a caminar hacia el lío".–Erin Davis

¡Ese es el costo de las relaciones reales!

Toma el reto conmigo, cuando sientas el impulso de revisar tus redes sociales considera primero a Cristo y pídele que ponga en ti un mayor anhelo por Él y amor real por tu familia e iglesia.

Por Betsy Torres de Gómez

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