Sabiduría al Hablar

“La blanda respuesta quita la ira; mas la palabra áspera hace subir el furor.” – Proverbios 15:1

Lo dije, y ya no podía devolver mis palabras.

En el calor del momento (un día muy demandante, lleno de cosas y en el que había dormido muy poco), había bajado la guardia y la ira se acomodó en mi corazón, y salieron palabras que inmediatamente me hicieron arrepentir. ¿Y el recipiente de esas palabras duras? Mi hermoso hijo de diez años, que sin culpa de lo sucedido estaba en el lugar equivocado a la hora equivocada.

Mis palabras impacientes le llegaron directo a su corazón y la evidencia del daño se mostró inmediatamente. Ese chico que estaba dispuesto a contarme cómo había sido su día, se retiró cabizbajo y con el ánimo por el piso. Y con todo mi ser deseaba devolver el tiempo y volver a comenzar.

Si me hubiese detenido.

Si hubiese cambiado el tono de mi voz.

Suavizaría mi comportamiento.

Seleccionaría cada palabra con más cuidado.

Intencionalmente buscaría maneras de construir y no de destruir.

Cambiaría palabras ofensivas por discretas.

Hablaría menos.

Escucharía más.

Si tuviera la oportunidad de hacerlo de nuevo, usaría las palabras correctas que quisiera que mi hijo repitiera. Y en cada conversación, representaría la imagen de Jesús que este mundo desesperadamente necesita escuchar.

Hay una razón por la que en el libro de Proverbios hay más de 100 versículos que nos dirigen a la sabiduría en nuestro hablar. Somos un desorden en la manera en la que nos expresamos y, contrariamente a muchas cosas en la vida, no hay ‘vuelta atrás’ a esos momentos en los que lo que pensamos sale de nuestra boca sin pensar. Una vez que nuestras palabras salen (oralmente, escritas, o publicadas con un suave tocar de un botón), están afuera. Y a pesar de que nada está por fuera del poder redentor de Dios, el poder de las palabras puede herir a alguien indefinidamente.

Pero la Sabiduría.

Dios conoce nuestras tendencias a hablar demasiado, a ser poco consideradas con nuestras palabras, a hablar antes de pensar y a comprometer la verdad y la gracia cuando nos comunicamos con los demás. Seguramente tomará el poder transformador de Dios para aplicar la sabiduría de Su Palabra, y mucha intencionalidad de nuestra parte para romper estos hábitos pecaminosos. No será fácil, pero nunca es demasiado tarde para comenzar a honrar a Dios en nuestro hablar.

Así quiero comenzar esta semana…

La basura que entra = la basura que sale

En este mundo altamente accesible y duro en el que vivimos (donde reina la tecnología, se celebra la terapia de choque y la libertad de expresión adquiere un nuevo significado), es fácil volverse insensible al discurso que permitimos que influencie nuestros corazones y hogares.

Cuando perdemos el tiempo que debemos pasar leyendo la Palabra de Dios interactuando con nuestro medio de comunicación favorito (y a veces cuestionable), y constantemente llenamos nuestras mentes con pensamientos ansiosos y enojados en lugar de lo que es excelente y digno de elogio, no deberíamos sorprendernos cuando el resultado de nuestro hablar es menos que admirable.

Deja que la Palabra de Dios habite en ti de manera abundante. Piensa en las cosas que son verdaderas, nobles, correctas, puras y admirables. Llénate con amabilidad y alégrate en Dios, para que la amabilidad rebose de tu vida y alcance a los demás.

“La angustia causa tristeza; pero una palabra amable trae alegría.” – Proverbios 12:25

Sé amable en un Mundo duro.

Cada familia, lugar de trabajo e iglesia tiene su propio cínico habitando en ella – aquel con el que puedes contar para traer desacuerdo, conflictos y negatividad con sus palabras en la mayoría de las situaciones. Quizás esta has sido tú. Y tan difícil como es reconocerlo, puedo recordar algunas veces en las que he sido yo. Si no somos cuidadosas podemos dejar que el pecado y el peso del mundo endurezcan nuestros corazones hasta el punto de destrucción, trayendo como resultado palabras que no van de acuerdo con nuestra declaración de Fe.

Pero corazones blandos que se someten a la sabiduría de Dios pueden producir palabras amables que pueden cambiar el mundo para bien.

Las palabras amables pueden sanar en vez de destruir. Las palabras amables pueden detener el chisme en su comienzo y animar a las personas. Las palabras amables traen esperanza y verdad. Sé sabia, sé cuidadosa… sé amable en un mundo duro.

“La blanda respuesta quita la ira; Mas la palabra áspera hace subir el furor.” – Proverbios 15:1

Comienza contigo

Quizás fuiste herida profundamente en el pasado por las palabras de alguien, pero en contra del dicho popular, las personas heridas no tienen que herir a la gente. Jesús quiere transformar vidas, perdonar y dar un nuevo comienzo. Hoy podemos empezar de nuevo. Hoy no tenemos que esperar a que la otra persona cambie. Hoy el ciclo puede parar con nosotras. Podemos extender el perdón, y pedirlo humildemente. Y depende mucho de nosotras, podemos tratar de vivir en paz con todos. Podemos ser dadoras de vida con nuestras palabras, un comentario, una conversación a la vez.

“La lengua apacible es árbol de vida; Mas la perversidad de ella es quebrantamiento de espíritu.” – Proverbios 15:4

¿Cuál es tu principal barrera en llevar la sabiduría a tu hablar? ¿Cuál es ese paso que PUEDES dar hoy para caminar en Sabiduría en esa área?

Desafío: Cada día planea una manera en la que intencionalmente usarás tus palabras para cambiar la atmósfera para bien. Por ejemplo, pon una nota de ánimo en la lonchera de tu hijo, envía un mensaje con un versículo de ánimo, responde a este mundo endurecido con amabilidad, trae esperanza en una conversación difícil… 

Por Whitney Daugherty

 

 

 

 

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