Satisfacción en la presencia de Dios

¡Hoy es un buen día para hallar satisfacción en la presencia de Dios!

Cuando miramos a nuestro alrededor podemos encontrar mucha gente insatisfecha. Tal vez porque el tiempo pasó y han quedado cosas por hacer. Otros, porque no tienen lo que desean o creen que merecen tener más. Algunos han perdido algo realmente preciado y piensan que jamás volverán a estar completos nuevamente. Y te hago una pregunta: ¿estás hoy satisfecha con tu vida?

La insatisfacción y la queja provienen de nuestra naturaleza pecaminosa, cuando damos lugar a la carne y nos permitimos sentirnos orgullosas. Pablo nos exhorta en Gálatas 5:16 diciendo: “Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne”.

Debemos entender que cuando nos quejamos y estamos insatisfechas por no tener lo que deseamos, o porque nuestra salud se deteriora, o porque Dios nos quitó algo que amábamos, estamos quejándonos contra Él. Es como decir: “Señor te estás equivocando, yo merezco más. Señor no sabes lo que haces.”

En Números 14:27 vemos un claro ejemplo de ello: “¿Hasta cuándo oiré esta depravada multitud que murmura contra mí, las querellas de los hijos de Israel, que de mí se quejan?”, dice Dios.

El Pueblo de Dios había dado lugar a su carne quejándose contra Dios. Y muchas veces, nosotras actuamos igual. Aun habiendo visto a Dios mostrando Su poder y Su gloria en el pasado en nuestras vidas, altercamos con Él. Pero cuando entendemos que no somos merecedoras de nada, sino que todo lo que recibimos es por la gracia de Dios, cuando nos rendimos ante Él, reconociendo su soberanía y sus planes benévolos para nosotras, entonces, podremos encontrar satisfacción y contentamiento en cualquier situación que enfrentemos.

1 Timoteo 6:6-8 dice: “Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto.

Hebreos 13:5 “Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré.”

Cuando andamos en el espíritu y no en la carne, nuestra actitud será transformada. La queja se convertirá en gratitud. El lamento en alabanza. Como dice Efesios 5:18-20, “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.

El resultado de ser llenas del Espíritu Santo es no ceder ante la carne y esto se manifiesta en una vida satisfecha en Dios. Podemos ver el ejemplo de Pablo en Filipenses 4:10-1, “No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” Cuando tenemos a Cristo, tenemos todo lo que necesitamos. Y cuando no lo tenemos, no tenemos nada.

Recuerdo que cuando me encontraba muy mal de salud, con dolores muy fuertes, incapacitada y limitada de muchas maneras. Aun en esas circunstancias, tenía contentamiento y satisfacción. Porque había hecho mías las palabras que el Señor le dice al apóstol Pablo en 2 Corintios 12:9-10, “Bástate en mi gracia porque mi poder se perfecciona en tu debilidad”. Una y otra vez, recordaba estas palabras.

En vez de quejarme por los dolores, podía dar gracias a Dios que me sustentaba. Sabía que Dios no me había quitado nada que mereciera. ¿Quién dijo que merecemos ser sanos, o ser ricos, o estar libres de sufrimiento? Por el contrario, si tienes salud, alaba a Dios. Es un regalo de parte suya. Lo mismo si tienes posesiones materiales. Debemos entender que no somos dignas de nada. Nuestro enfoque tiene que ser el buscar a Dios y Él nos dará todo lo necesario. Mateo 6:33 dice “Lo más importante es que reconozcan a Dios como único rey, y que hagan lo que él les pide. Dios les dará a su tiempo todo lo que necesiten.” (TLA)

Entonces, cuando volvamos nuestra mirada a Dios hallaremos verdadera satisfacción. Pero quiero dejar claro algo; la satisfacción no proviene de lo que tenga o no tenga. En mi caso, muchas veces fui cuestionada por decir que estaba bien con Dios a pesar de lo que me pasaba. Fui juzgada y catalogada como conformista, dejada y hasta loca. Pero quiero que sepas algo, podía contentarme en Dios y confiar en que Él permitía que estuviera postrada y con dolor. Pero eso no me impedía seguir luchando para dar un paso más, para soportar otro poco el dolor, para salir e ir a ver a mi hija en una presentación escolar. Dios era quien me fortalecía.

Dios no quiere cristianas de brazos caídos que no se quejen pero que se queden postrados. Él te pone en esas circunstancias difíciles para que en dependencia de Él seas más fuerte y lleves gloria a Su nombre.

Recuerda que:

  • Dios es quien nos fortalece.“Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas” (Isaías 40:29).
  • Dios es quien nos sostiene.“No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia” (Isaías 41:10).
  • Dios es quien da alegría a nuestra vida.“Tú diste alegría a mi corazón. Mayor que la de ellos cuando abundaba su grano y su mosto” (Salmo 4:7).
  • En Su presencia hay plenitud de gozo. “Me mostrarás la senda de la vida; En tu presencia hay plenitud de gozo; Delicias a tu diestra para siempre” (Salmo 16:11).

Antes de terminar quiero dejarte 3 claves para hallar satisfacción en Dios:

  1. Deléitate en la persona de Dios.“Deléitate asimismo en Jehová, Y él te concederá las peticiones de tu corazón.” (Salmo 37:4).
  2. Deléitate en la Palabra de Dios. “Me regocijo en tu palabra Como el que halla muchos despojos” (Salmo 119:162).
  3. Deléitate en las promesas de Dios.Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones” (2 Pedro 1:19).

Te vuelvo a preguntar, ¿estás satisfecha en Dios? ¿Hay queja e ingratitud en tu vida? ¿A pesar de las circunstancias tienes paz y gozo? ¿Estás andando en el espíritu o dando lugar a la carne? Y, por último, si eres una hija de Dios, ¿le estás buscando a Él en primer lugar o estás buscando satisfacerte en tus propias fuerzas?

A.W. Tozer dijo: “El hombre que tiene a Dios por su posesión, posee todo lo que es necesario tener”.

¡Hoy es un buen día para hallar satisfacción en la presencia de Dios! Que el Señor te bendiga ricamente.

Por Gabriela Luisi

Loading controls...