¿Se puede perder una posición de liderazgo? (Parte 2)

Vimos en la primera parte cómo la salvación no se pierde porque no depende de uno, sin embargo, el liderazgo sí se puede perder porque hay cualidades que el líder debe manifestar para mantener la posición. Saúl perdió su posición por no tener las cualidades necesarias. Ahora estudiaremos a David.

Luego de la caída de Saúl, El Señor instaló a David quien caminó con Dios por años, sin embargo, llegó un punto donde el orgullo lo venció y se apartó de Dios y cometió adulterio con la esposa de uno de sus líderes, trató de engañarlo y, cuando esto no funcionó, maquinó un plan para matarlo. Leamos y comparemos con la actitud de Saúl la respuesta de David cuando el profeta Natán lo confrontó: “entonces David dijo a Natán: He pecado contra el Señor.” (2 Samuel 12:13).

Apreciamos que no solamente cada uno tuvo una reacción diferente sino que los destinos fueron diferentes también según el tipo de reacción que tuvieron. Saúl y su familia se mueren en la siguiente batalla, mientras que David vivió hasta una edad avanzada. El legado de Saúl se perdió mientras que el de David fue pasado a su hijo Salomón. Ahora, aunque David fue perdonado, esto no implica que él no pagó las consecuencias de su pecado y tampoco que el llamado quedó igual. Después de su caída, los pecados que David cometió en privado su familia los repitió en público. Basado en lo que Gálatas 6:7 nos explica “No os dejéis engañar, de Dios nadie se burla; pues todo lo que el hombre siembre, eso también segará.”

Muchos creen que su pecado no es tan grave y que como Dios es amor y lleno de gracia, Él nos perdona cuando lo pedimos, produciendo un “borrón y cuenta nueva.” Esto no es lo que vimos con Saúl y tampoco con David. Dios es justo, y aunque nos perdona, el pecado tiene sus consecuencias.

La vida de David cambió dramáticamente, igual que como cambió en otras históricas bíblicas, como la de Miriam. Ella fue una líder de mujeres, profetisa, música y poeta, y fue usada poderosamente desde muy joven y por muchos años. Sin embargo, llegó un tiempo de su vida cuando el orgullo y los celos llenaron su corazón y ella comenzó a chismear contra su hermano Moisés, quien Dios había puesto sobre ellos. Por ello El Señor la castigó con lepra por 7 días. Ella fue perdonada, sin embargo, por los próximos y últimos 38 años de su vida, el único sitio donde la biblia la menciona después de este evento fue cuando ella murió en el desierto de Zin donde fue sepultada (Números 20:1). La palabra es bien clara: “Porque la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6:23).

En las 3 historias los líderes no murieron físicamente en el momento, ni espiritualmente con la perdida de la salvación, sin embargo, sí experimentaron la muerte de su ministerio, de su reputación y de su familia (Saúl). Todos perdieron la paz familiar y también murieron los sueños que tuvieron, entre otras posibilidades. 

Isaías nos advirtió en 30:1 “¡Ay de los hijos rebeldes– declara el SEÑOR– que ejecutan planes, pero no los míos, y hacen alianza, pero no según mi Espíritu, para añadir pecado sobre pecado”. Y Él es más enfático para los líderes a través de Santiago 3:1, “Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos un juicio más severo.” Dios nos ha dicho en Lucas 12:48 el porqué: “pero el que no la sabía, e hizo cosas que merecían castigo, será azotado poco. A todo el que se le haya dado mucho, mucho se demandará de él.”

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