Seamos buenas mayordomas de nuestro cuerpo

“…glorificad pues a Dios en vuestro cuerpo…” (1 Corintios 6:20).

Así como la dieta alimenticia juega un papel preponderante en la calidad de vida de los pacientes diabéticos, de igual manera ocurre con nuestra dieta espiritual. Veamos primero la importancia de la dieta alimenticia.

Es alarmante la cantidad de estadounidenses, con edades que oscilan entre los 40-70 años, que padecen diabetes, prediabetes y síndrome metabólico; y en Latinoamérica no parece ser muy diferente.

En República Dominicana no existen estadísticas al respecto, pero en los Estados Unidos aproximadamente el 40% de la población padece estas enfermedades, las cuales aumentan el riesgo de enfermedad coronaria.

Las personas con diabetes tienen la misma incidencia de infartos que aquellos que ya han sufrido un infarto. Esa es la razón por la que se considera que padecer diabetes es equivalente a tener una enfermedad coronaria.

Quiero hacer un llamado especial a las mujeres diabéticas, ya que el riesgo de infartos es mayor en este grupo que en los hombres con diabetes. Además, se ha comprobado que muchas personas con infarto debutan con diabetes o con intolerancia de la glucosa y al poco tiempo son diagnosticadas con diabetes.

En la actualidad, existen debates entre los médicos sobre si el síndrome metabólico es una enfermedad en sí misma y/o si aumenta el riesgo de infartos más que la suma de todos sus componentes, pero la realidad es que estos pacientes tienen más infartos que las personas sin tales trastornos, por lo que es importante prevenir aquellos factores que están a nuestro alcance.

Existen dos tipos de diabetes: a) La denominada tipo 1, que es más frecuente en los niños, tiene un comienzo agudo y es causada por una pérdida o ausencia de la insulina; y b) la tipo 2 en la que los pacientes, en principio, tienen resistencia a la insulina y luego comienzan a disminuir su producción. El primer tipo requiere insulina para sobrevivir, mientras que el segundo, en principio, puede usar pastillas, pero en muchas ocasiones también requiere insulina luego.

Antes de presentarse la diabetes tipo 2, los niveles de glicemia pueden mantenerse en esta fase “gris” por muchos años, pero la cantidad de insulina producida sigue disminuyendo y la glicemia se eleva, poco a poco, hasta llegar a niveles de diabetes.

En esta etapa se pueden hacer ajustes en la dieta y estilo de vida para prevenir la disminución en la insulina. También, en esta fase, comienza el bloqueo de las arterias mayormente en el corazón y en el cerebro. De ahí la importancia de comenzar con los cambios en la dieta y el estilo de vida.

Respecto a nuestra dieta espiritual, en 1 Tesalonicenses 5:22 el Señor a través del apóstol Pablo nos ordena que nos abstengamos de toda especie de mal presentándonos en el versículo 23 los beneficios que nos reporta dicha dieta: “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo”.

Por Catherine Scheraldi de Núñez

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