Señor, incomódame

Señor, incomódame esta semana.

Voy a probar vivir sin pensar en mí y concentrarme solo en darte la gloria a ti, porque para eso me creaste: “a fin de que nosotros, que ya hemos puesto nuestra esperanza en Cristo, seamos para alabanza de su gloria” (Efesios 1:12).

Más que pensar en mi lista de cosas por hacer, quiero verte en cada paso que yo dé, y que en cada paso que dé yo busque darte a ti la gloria. En cosas pequeñas, en cosas grandes… líbrame de buscar mi propia gloria, ni la gloria de los hombres. Quiero ser para alabanza de tu gloria.  

Quiero ir más allá de un tiempo devocional o a solas contigo, o como queramos llamarle; quiero experimentar tu presencia a cada minuto y así viviré mejor cada día porque “en tu presencia hay plenitud de gozo”. Que mi primer pensamiento en la mañana seas tú y mi último pensamiento en la noche esté dirigido a ti, porque tú eres mi Dios y “no hay para mí bien fuera de ti”. 

Señor, incomódame esta semana. No me dejes malgastar el tiempo en cosas vanas, refrena mi lengua de decir cualquier cosa que no sea para darte gloria. Incomódame para no vivir “una semana más”. Recuérdame cuán frágil soy y cuán breve es mi tiempo en esta tierra. 

Incomódame para marcar la diferencia en las vidas que tenga la oportunidad de tocar. Incomódame cuando pueda hacer el bien y no lo haga; cuando tenga la oportunidad de hablar de ti y no me atreva. Tú eres un Dios radical, que no te gustan las medias tintas, no quieres tibieza. Perdónanos cuando queremos acomodarte a nuestra manera de hacer las cosas cuando en realidad nosotros tenemos que renunciar a la nuestra y someternos a la tuya. 

Perdóname si busco más la bendición que al autor de la misma. Qué pecado el de nosotros los cristianos del siglo XXI, que nos interesa más una “vida bendecida” que ser un instrumento de sacrificio en las manos del Dios que lo sacrificó todo.  

Perdóname si busco más la gloria de los hombres al hablar o al escribir cuando en realidad la única gloria que importa es la tuya. Incomódame, porque al incomodarme tú, podré dejar de ser yo. Y cuando deje de ser yo, entonces podrás usarme tú. 

Llena mis pensamientos con tu verdad, porque es tu verdad la que santifica. No importa cuánto yo me esfuerce, no podré lograrlo sola ni con frases lindas ni pensamientos positivos. Es tu Palabra, porque tu Palabra es verdad.

Señor, incomódame esta semana, porque cuando empezamos a conformarnos es cuando dejamos de ser como Jesús. Recuérdame que nada puedo darlo por sentado. Todo es un producto de tu misericordia. Que no hay meta más grande que conocerte a ti, y amarte a ti, porque cuando te ame como tú dices: con todo mi corazón, con toda mi alma, con toda mi mente, y con todas mis fuerzas, entonces por fin mis prioridades quedarán bien establecidas. 

Recuérdame que vivir para alabanza de tu gloria es un riesgo, se sale de mi zona de confort y de la seguridad que tanto me gusta. 

Incomódame en esta semana, porque el reino de Dios no es cuestión de palabras sino de poder. Y tú quieres un pueblo de valientes.

Amén.

Loading controls...