Muchas veces en nuestra vida nos encontramos en temporadas difíciles y creemos no ver la salida. Nos preguntamos vez tras vez: "¿Será que estoy haciendo algo mal?". Pues quizá sí, pero queremos que las cosas cambien sin cambiar nosotros primero. Buscamos las bendiciones de Dios sin reconocer que entre los requisitos para obtenerlas se encuentra la aceptación de nuestra situación, la confianza de todo lo que somos capaces de lograr, y la importancia de tener una fe que crea de corazón que las cosas pueden cambiar.
Si te niegas a creer que existen soluciones a tus problemas, no podrás ayudarte a ti mismo y mucho menos aceptar la ayuda de otros.
¿Recuerdas la historia del cojo que fue sanado por Jesús en Juan 5:1-9?
Jesús le preguntó:
—¿Te gustaría recuperar la salud?
Y aunque para muchos la respuesta es evidente, el cojo respondió:
—Es que no puedo, Señor —contestó el enfermo—, porque no tengo a nadie que me meta en el estanque cuando se agita el agua. Siempre alguien llega antes que yo.
Un simple "sí" hubiera bastado para Jesús, sin embargo, este hombre comenzó a poner excusas. ¡Cuántas veces Dios nos ha preguntado si queremos vivir mejor, y no tardamos en darle todas las razones de porqué eso no es posible!
Tristemente la mentira más grande que existe es la que nos decimos a nosotros mismos: “No puedo cambiar”, “Me esfuerzo, pero no logro avanzar”, “Dios no me escucha”, etc. Podría darte mil excusas más, pero eso no convencerá a nadie más que a ti mismo. Así que mientras sigas culpando a otros y coloques la responsabilidad de tus problemas en los demás, nunca vas a tener el control de tu vida.
1 Juan 5:14 nos recuerda:
"Y esta es la confianza que tenemos delante de Él, que si pedimos cualquier cosa conforme a su voluntad, Él nos oye."
¿Estás orando por tus problemas o sólo estás lamentándote y siendo una víctima? Deja de dudar de la ayuda de Dios y aprende a aceptar la ayuda que las personas quieren brindarte. A veces sólo basta un simple sí para cambiar tu vida.
