Todos Sus beneficios

Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios”, Salmo 103:2

Un problema recurrente en nuestra vida es que nos concentramos tanto en las necesidades del momento que nos olvidamos de lo que ya tenemos. Esto me vino a la mente cuando el coro de nuestra iglesia cantó un himno hermoso basado en el Salmo 103: “Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios” (v. 2).

El Señor es quien nos perdona, sana, redime, provee, satisface y renueva (versículos 4-5). ¿Cómo podemos olvidar todo esto? Sin embargo, solemos hacerlo cuando la vida cotidiana desvía nuestra atención a las necesidades apremiantes, los fracasos constantes y las circunstancias que parecen fuera de control.

El escritor de este salmo nos llama a recordar: “Misericordioso y clemente es el Señor […] No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades, ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados. Porque como la altura de los cielos sobre la tierra, engrandeció su misericordia sobre los que le temen” (versículos 8, 10-11).

En la vida de fe, nuestra indignidad nos hace acercarnos a Jesucristo con humildad. Cuando recibimos Su gracia y nos maravillamos ante la abundancia de Su amor, nos damos cuenta de que no merecemos nada. Todo esto nos trae a la mente Sus beneficios.

“Bendice, alma mía, al Señor, y bendiga todo mi ser su santo nombre”, Salmo 103:1

Señor, que recordemos siempre tus bendiciones.

Por: David C. Mccasland

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