Tomás – Superando la duda

“Y no seas incrédula, sino creyente” – Juan 20:27

Hay uno en cada grupo. Alguna vez has escuchado que los llamen así:

El aguafiestas

El desabrido

El Pesimista

El negativo

Una vez conocí a una chica Vanessa a los que sus amigos llamaban “Torpeza”.

Nadie quiere cargar con esas etiquetas, pero parece que es difícil de dejar esas cargas atrás. Sin importar la situación, ellos simplemente son así. Encuentran la paja en el ojo ajeno. Buscan hasta el detalle más minúsculo en el mundo lleno de cosas lindas. En cada situación se anticipan a lo peor sin notar lo que sí va bien. Esos seres que no encuentran ni una luz de esperanza; esos que no ven la luz al final del túnel.

¿Conoces a alguien así?

Jesús conoció a alguien así. Entre los doce estaba el discípulo llamado Tomás. Tú y yo sabemos de él, incluso en el mundo no creyente se le describe como “Tomás el incrédulo”, y por una muy buena razón. ¡Después de que Jesús resucitó y los otros discípulos se lo dijeron, “Hemos visto al Señor!”, Tomás decía que él no lo había visto, y que hasta que eso no sucediera él NO lo creería.

Esas palabras fueron desafiantes; y de alguna manera pesimistas.

Ahora, antes de que empecemos a criticar a Tomás, quiero que observes quien fue él.

Así como los pesimistas modernos, hay algo más sobre ellos que debemos conocer antes de juzgar. Cuando buscamos en las escrituras, vemos que Tomás estaba dispuesto a ir con Jesús de vuelta a Judea para buscar a Lázaro, mientras que los otros discípulos estaban atemorizados del peligro que eso representaba o de la posible muerte (Juan 11).

En la mente de Tomás, era mejor morir al lado de Jesús que sin Él. Y cuando se acercaba el momento de la crucifixión, fue Tomás quien no entendía a donde iba Jesús y cómo podía estar con Él (Juan 14). Parece que él no concebía la idea de estar separado de su Señor. Incluso en medio de su pesimismo, él había sido lealmente valiente. Incluso en sus momentos de duda, su amor por Jesús era evidente. Al parecer ese dolor ocasionado por la muerte de Jesús, encendió aún más la llama de su pesimismo y lo llevó a dudar más. En cualquier caso, a pesar de la complejidad de sus emociones, podemos aprender unas cuantas cosas sobre Tomas:

El distanciamiento puede alimentar la duda. “Tomás (conocido también como Dídimo) uno de los doce, no estaba cuando Jesús regresó.” 

Por alguna razón, Tomás no se encontraba compartiendo con los otros discípulos cuando Jesús se apareció por primera vez después de su resurrección a los discípulos. Al parecer, todos menos Tomás y Judas Iscariote estaban allí. Cuando nos distanciamos de Dios y de otros amigos creyentes, eliminamos nuestra mejor oportunidad para la profundización de la verdad, la esperanza y la fe en las situaciones más oscuras. Dejados a nosotros mismos, somos mucho más propensos a caminar a la deriva y dejar que las voces del mundo hablen duda a nuestras mentes y corazones frágiles.

La Palabra de Dios nos dice que no renunciemos a reunirnos con otros creyentes, como algunos tienen el hábito de hacerlo, sino a animarnos unos a otros - y tanto más cuanto veamos acercarse el Día (Hebreos 10:25). ¿Estas desanimada o distanciándote de Dios y de otros creyentes? No es bueno estar sola, así que vuelve al redil para que puedas ver y saborear a Jesús al máximo.

La incredulidad puede generar disensión. Pero él les dijo, ‘A menos que vea las marcas de los clavos en sus manos y pueda poner mi dedo donde fueron clavados, nunca creeré.’” 

Es difícil saber el tono de la voz de Tomás aquí, pero no suena como muy positivo. Imaginemos la escena: los demás discípulos se alegran al ver a su Señor resucitado. Algunas de las piezas claves del rompecabezas del reino de Jesús están juntándose y ha habido un momento de avance para los demás. Juntos han pasado por el infierno terrenal y finalmente están en la cumbre de la fe… cuando Tomas expresa fuertemente su incredulidad. Sólo puedes sentir el cambio de atmósfera con las palabras de Tomas, y eso es exactamente lo que hacemos cuando apagamos el fuego de la fe probada de otros con nuestra firme incredulidad. La disensión entra. La distracción se produce. Y en vez de ocuparnos en el pensamiento progresista del reino y de la Gloria de Dios, los discípulos de Jesús quedan divididos y tratando de convencer a uno de los suyos.

¿Está tu incredulidad causando disensión en el cuerpo de creyentes?

Debemos ser modelos al igual que Abraham, quien “con todo el respeto hacia las promesas de Dios, no vaciló en incredulidad, pero se fortaleció en su Fe, dando Gloria a Dios, siendo totalmente persuadido de que Dios era capaz de hacer todo lo que le había prometido” (Romanos 4:20-21).

 

El retraso puede causar deterioro. “Una semana después los discípulos estaban en la casa de vuelta, y Tomás estaba con ellos.” 

Oh, que habría sido de esa semana para Tomás - una semana miserable de duda, duelo, cuestionamiento, ansiedad, sueños y de espera. Si has estado retrasada en creer, puedes saber que incluso un día de no creer parece una eternidad. El retraso de Tomás para creer generó una semana de descontento, que la verdad se hubiese evitado si él simplemente hubiera creído sin ver. Santiago 1:6 dice que aquella duda es como una ola del mar, que es soplada y arrojada por el viento. Nuestras mentes, cuerpos y espíritus se pueden deteriorar rápidamente si sostenemos la incredulidad, incluso nos puede llevar al camino de la destrucción.

¿Estas en una etapa donde tu fe está retrasando tu vida, robándote de recibir la totalidad de lo que Dios tiene para ti? Recuerda las manos y pies clavadas de Jesús; Su sangre que fue derramada por ti; la tumba vacía y el pecado y la muerte vencidos. No esperes más. Para de dudar y cree (Juan 20:27).

Tomás dudo.

Pero, Oh dulce Jesús.

Aunque las puertas estaban cerradas, Jesús venció la carne física y las dudas de Tomas para traer Su paz y Su presencia.

La duda se volvió convicción.

Él lo hizo por Tomás, y Él lo puede hacer por ti. Satura tu mente con la verdad de Su Palabra, corre a Su presencia, y ríndete a Él hoy. Él quiere ayudarte a creer.

“Dichosos los que no vieron, y sin embargo creyeron.” – Juan 20:29  

Desafío: En una tarjeta escribe el versículo: “Creo; ayúdame en mi incredulidad.” – Marcos 9:24. Colócala en un lugar donde la puedas ver frecuentemente, para que sometas tus dudas al Señor durante esta semana.

Por Whitney D.

 

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