¿Estás trabajando con las mujeres de la iglesia, con las jovencitas o con los niños? ¿Quizás eres líder de un grupo de estudio o estás discipulando un grupo? Sea como sea, hay algunas cosas que, como líder, no deberías estar haciendo.
Verás, sé de primera mano que aprendemos de nuestros errores más que de nuestros aciertos. Y es bueno que, de vez en cuando, nos tomemos un minuto para pensar en esas cosas que hemos hecho en el liderazgo y que han salido mal (o, al menos, no han tenido el resultado que esperabas) y que no debemos repetir.
Aquí te dejo 3 de ellas sacadas de mi propia experiencia... aunque la lista es mucho más larga.
1. NO trabajes sola. Pide a Dios continuamente que levante a otras mujeres que compartan la visión de alcanzar mujeres para Cristo y trabajar en sus vidas. Es imprescindible tener personas que trabajen a tu lado. Si intentas hacerlo todo sola, seguro vas a fracasar. Mejores son dos que uno.
2. NO centres el ministerio en un programa o en una persona. Si lo haces, ¿qué sucede cuándo esa persona deja de ser parte del ministerio? ¿Qué sucede si pones todo tu esfuerzo en un programa que no está funcionando y que no está llegando a la mayoría de mujeres? Busca lo que Dios quiere para cada área del ministerio continuamente y sé lo suficientemente flexible para cambiar todo lo que haga falta a medida que Él te va dirigiendo en la dirección correcta.
3. NO des prioridad al programa sobre las personas. Si nos encargamos sólo del programa o la actividad, no estamos conectándonos con las mujeres ni sabemos qué sucede en sus vidas o cuáles son sus necesidades. Si fallamos a la hora de relacionarnos con las mujeres, no tendremos un ministerio efectivo, sea cual sea el programa.
