Un buen currículo

Recuerdo cuando salí de mi país, Cuba, y llegué a Canadá. Muchas cosas eran diferentes. No, espera, eso va con mayúsculas, DIFERENTES. Pero entre todo lo nuevo y diferente hubo algo que me impactó y fue cuando escuché la palabra resumé. Es decir, currículo u hoja de vida.

Yo crecí en una sociedad donde no se usan currículos. Cuando terminas la universidad te dicen a dónde vas a trabajar y punto. Así que me sentí muy incómoda cuando supe que tenía que hacer un currículo y decir todo lo que sabía hacer y cuáles eran mis mejores cualidades, etc., por no decir más.

Pablo tenía un currículo excelente. Para su época, el mejor… sobre todo a los ojos de los judíos. Sin embargo, llegó a un punto en su vida en que entendió que todo carecía de valor comparado con tener a Cristo y ante la gloriosa posibilidad de conocerle... y no solo conocerle, sino llegar a ser uno con él.

“Así es, todo lo demás no vale nada cuando se le compara con el infinito valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por amor a él, he desechado todo lo demás y lo considero basura a fin de ganar a Cristo y llegar a ser uno con él… Pues la forma en que Dios nos hace justos delante de él se basa en la fe. Quiero conocer a Cristo y experimentar el gran poder que lo levantó de los muertos”, Filipenses 3:7-10

Pero, ¿realmente lo creo yo así? ¿Lo crees tú? ¿Realmente le damos ese valor a nuestra relación con Jesús?

Pablo lo veía todo como basura. Este hombre era radical. Para él no había términos medios.  Lástima que muchas veces nosotros tememos a esa palabra, radical. Queremos buscar la manera de negociar porque en nuestra mente creemos que podemos tener lo mejor de ambos mundos. Y nos aferramos a la basura de este mundo, que además es efímera, ¡hoy vale y mañana no!

Este apóstol, con su ilustre currículo, llegó a entender que existe una mejor manera de vivir: experimentar a Cristo y el poder de su resurrección. ¿Por qué nos conformamos con menos?

El encuentro que Pablo tuvo con Jesús lo llevó a vivir una vida así, radical, una vida de absolutos. Todo lo demás es basura.

Amiga lectora, si Cristo vino a darnos una vida abundante en él, ¿por qué batallamos tanto por lograr cosas que un día ya no serán más, que no las podremos llevar de este mundo y nos perdemos la extraordinaria oportunidad de experimentar el poder glorioso que levantó a Jesús de los muertos? ¡El poder de Dios obrando en nuestra vida, sobrenatural!

Pablo decidió que lo demás palidecía ante la oportunidad de llegar a ser uno con Cristo. ¿Y yo? ¿Realmente lo quiero o estoy haciéndome una con muchas otras cosas? ¿Y tú?

Sabes, cuando llegamos a entender que esto es precisamente lo que nos libera y nos permite vivir la vida como Dios la diseñó, cuando vemos todo lo demás como basura y anhelamos esa unión exclusiva con Cristo, ¡por fin estamos satisfechas!

Pablo renunció a todo, excepto a Cristo. Por eso una y otra vez, fuera como fuera, podía vivir feliz, alegre, ¡al punto de no importarle si vivía o si moría!

Tengo metas, tengo sueños, pero no quiero que “me quiten el sueño”, si me permites el trabalenguas. Quiero que cada cosa tenga su verdadero valor. Cuando se apaguen las luces y se cierre el último capítulo de mi vida, si voy a escribir un nuevo currículo, solo quiero que diga: “Wendy Bello, esclava de Jesucristo. Vivió para él y experimentó el poder de su resurrección. A él sea la gloria”.

Atrévete conmigo, ¡esa es la vida que Dios diseñó, y no hay otra mejor!

Loading controls...