Un corazón en el cual confiar

“Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del poder.” – Juan 8:34

Estaba allí colgada en toda su gloria caprichosa, con sus colores pastel y un arco iris tentador, justo de la talla de mi niña de ocho años y espíritu libre. Era la temporada del regreso a la escuela y yo le había prometido un día de diversión – solo nosotras dos – además de un nuevo conjunto de ropa para el primer día de clases.

La camiseta brillaba desde el otro lado del pasillo y apenas podía apartar los ojos de ella. Quién podría culparla, ¿cierto? Era la feliz descripción de cada niña que salta a su siguiente destino y gira en círculos mientras se cepilla los dientes, porque… ¿para qué estar quieta al cepillarse cuando se puede girar?

Pero a medida que nos acercábamos, la frase en la parte delantera de la camiseta quedó a la vista y nos hizo detenernos.

Brillando con todo su esplendor estaban solo tres simples palabras: Sigue tu corazón.

Tres palabras que – especialmente cuando se combinan con colores pastel y un arco iris – se confunden a menudo con un convincente e inspirador mantra de vida que vale la pena seguir.

Sigue tu corazón, decía.

La orden del mundo de seguir tu corazón por encima de cualquier otra cosa la repiten una y otra vez las masas. Se puede encontrar en todo, comenzando en los consejos de mediana edad ofrecidos con el café, en las películas y las canciones pop, hasta en la cita de motivación salpicada con brillo elegida para la parte delantera de la camiseta de una niña impresionable de segundo grado.

Esta corta frase ha tentado a una generación independiente cuyos miembros reivindican su propia dirección en la vida. Es reclamada por aquellos cuyo objetivo es encontrar la libertad de no seguir a nadie ni a nada, excepto a sí mismos. Anunciada audazmente por los perdidos quienes realmente quieren ser capaces de confiar en sus instintos y buscar en lo profundo de sus propias identidades para encontrar el valor, el discernimiento y la estabilidad necesarias, y encontrar todas las respuestas de la vida. A primera vista suena audaz, valiente y liberador.

Pero te ruego, por favor no sigas ciegamente tu propio corazón. Simplemente en él no se puede confiar.

De hecho, si hubiera seguido mi corazón hoy, acá es donde me podría haber llevado…

Mi corazón me iba a engañar  para elevarme por encima de los demás…  porque es egoísta sobre manera.

Mi corazón me iba a prometer un resultado que deseo…  pero evitaría decirme lo que me costaría.

Mi corazón me llevaría a perseguir la satisfacción inmediata…  en lugar de tomarme el tiempo para establecer una base sólida.

Mi corazón me cegaría ante la verdad…  porque está demasiado envuelto en la emoción del momento.

Mi corazón se vería tentado a vivir como dice el mundo…  porque pobre de mí, soy tan débil y la tentación está siempre delante de mí.

Así es como son nuestros corazones realmente.

¿Por qué? Porque de acuerdo a la Escritura, nuestro corazón está podrido hasta la médula, “engañoso sobre todas las cosas, y perverso” (Jeremías 17: 9). “Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios y calumnias” (Mateo 15:19). “Y desde el principio de los tiempos, el Señor vio que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal” (Génesis 6: 5).

“La Biblia tiene cosas duras que decir acerca de la condición de nuestro corazón. Pueden ser dolorosas de leer y difíciles de aceptar, pero porque éstas son las palabras de Dios, tenemos que creer en ellas con el fin de saber lo que somos y lo que realmente necesitamos. Tal comprensión también creará en nosotras un asombro y agradecimiento que el Dios a quien hemos ofendido y puesto en contra debe hacer un gran esfuerzo para salvarnos.” - Jen Thorn

Un corazón en el que se puede confiar

Si no podemos seguir a nuestros propios corazones, entonces, ¿dónde podemos acudir? Su nombre es el Gran Pastor, y el suyo es un corazón en el que se puede confiar.

“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen” (Juan 10:27).

Sigue la Palabra de Dios. Mis hijos han aprendido esta verdad fundamental en la escuela dominical desde el momento en que pudieron hablar algunas de sus primeras palabras: “La Biblia es la Palabra de Dios, y la Palabra de Dios es verdad.” Es hora de que dejemos de creer en las condiciones inestables y cambiantes de nuestros corazones. En su lugar, seamos conocidas como las mujeres que se dirigen a la Palabra de Dios para encontrar las respuestas a todas las preguntas de la vida. “Toda palabra de Dios es limpia; Él es escudo a los que en él confían” (Proverbios 30: 5).

Sigue la guía de Dios por medio de su Espíritu. Si eres una hija de Dios, ¡su Espíritu vive en ti! En lugar de escuchar las voces del mundo y dejar que ellas pesen las peticiones de tu corazón, empieza a permanecer en la Palabra de Dios y aprende a escuchar Su voz cuando su Espíritu te orienta gentilmente a comprender. “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad” (Juan 16:13).

Sigue consejos sabios. El cuerpo de Cristo está formado por líderes que tienen una base sólida en la Palabra de Dios y tienen el don de comunicar la verdad de Dios a los demás. En lugar de vivir en el aislamiento, busca un consejo santo (una mujer mentora, un familiar, un pastor o una consejera bíblica son buenos lugares para comenzar) que no tengan miedo de decirte la verdad de la Escritura en lugar de lo que quieres oír. “El camino del necio es derecho en su opinión; mas el que escucha el consejo es sabio” (Proverbios 12:15). 

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Nos quedamos mirando a esas tres palabras brillantes y, antes de que pudiera abrir la boca, mi chica dejó escapar lo que ambas sabíamos que era cierto en nuestras vidas. “Mamá, mi corazón a veces me dice cosas malas, así que tengo que seguir el corazón de Dios en lugar del mío.” Con un gesto de afirmación me agaché hasta ella y besé su dulce sonrisa, luego de la mano elegimos alejarnos del brillo y el glamour. Y a medida que caminábamos y hablábamos, oré y pedí a Jesús que moldeara nuestros corazones para ser más como Él.

“Entonces Jesús dijo a los Judíos que habían creído en él: Si permanecéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad, y la verdad los hará libres.” – Juan 8: 31-32 

¿Dónde ves que tu corazón está tomando un desvío de Dios y de Sus caminos? En esa situación, ¿cuál es la verdad de la Palabra de Dios que puede ayudarte a mantenerte firme esta semana?

Por Whitney D.

 

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