Un maná especial

Hoy quiero compartirles dos grandes bendiciones y una confesión. ¿Cuáles son esas dos bendiciones? 

1. He estado en misiones en Monte Plata, República Dominicana, una provincia en mi país con muchas y variadas necesidades. Soy parte del programa de verano en una escuela hogar, dando soporte en la lectura, la escritura, matemáticas y clases de Biblia para los niños de inicial hasta segundo grado. 

2. El ministerio Aviva Nuestros Corazones ha decidido bendecirme con publicar algunos de mis escritos en su blog. Para mí ha sido increíble leer en su muro de Facebook“Hoy en el blog, Carolina nos cuenta…”. Ha sido sorprendente escuchar que mis reflexiones han  sido de bendición para las personas. ¡Gloria a Dios!, pues Él puso el "talento" en mí.

Ahora veamos cómo estas dos bendiciones se convierten en una confesión:

En Monte Plata, al igual que en cualquier otro punto del país, hay muchos insectos. Especialmente el que menos me gusta, o mejor dicho, el que más detesto: cucarachas.

La realidad es que la primera semana no vi ni una, lo cual me sorprendió. Todo iba bien hasta la tarde de domingo, mientras armaba un rompecabezas con mi amiga de Estados Unidos, una de las internas que tomaba una siesta nos avisó asustada que había un insecto gigante en la pared.

No sé por qué, pero de las 6 personas en la casa, precisamente YO decidí ir a revisar.  Tal como había presentido: una cucaracha voladora y gigantesca y… al lado de mi cama. El punto es que les tengo mucho miedo. Por lo que el resto del día me la pasé pensando en la cucaracha. 

Me da risa pero también pena que me haya pasado esto justo unos días después de que en el blog de Aviva Nuestros Corazones publicaron un devocional que yo había escrito titulado “Dejando 'algo' atrás” donde hablo de mis miedos, de dejarlos atrás, de confiar en Dios.

Justamente aquella que escribió en ese devocional la frase siguiente “Mi oración es que Dios me permita hacer esto en cada aspecto de mi vida” no pensaba igual cuando tuvo que acostarse en la cama que probablemente estaba rodeada de cucarachas. Ahora, cuando pienso en cómo reaccioné, siento vergüenza. Solo imagínense esta escena: acostada en posición fetal con DOS linternas en mis manos y una de lectura enganchada arriba de mi cabeza. Mi confianza en Dios ¿dónde se fue?

Para rematar, a la mañana siguiente, una de las internas encontró dos cucarachas en el baño. Luego vimos dos cucarachas más en el piso. Y me dijeron que había otra en la puerta. Todo este drama sucedió antes de las 7 de la mañana.

Lo cómico es que ese día en la clase de Biblia correspondía enseñar la historia del maná del cielo y el enfoque que pretendía darle al presentarla a los niños era que Dios nos da “justo lo que necesitamos donde estamos”. Aplicando esa enseñanza a lo que me había sucedido en la mañana, al parecer mi maná celestial fueron insectos por todas partes.

Así, mi devocional y las cucarachas se unen para formar una confesión: mi desconfianza en Dios en muchos aspectos de mi vida. Sólo me queda clamar a Dios, arrepentirme de mi pecado, alejarme de mis malos caminos y aceptar Su misericordia y gracia.

“Crea en mí oh Dios un corazón limpio. Renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de tu presencia y no quites de mí tu Santo Espíritu. Restitúyeme el gozo de tu salvación y sostenme con un espíritu de poder”,  Salmos 51:10-12

Por Carolina García Domínguez

 

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