Un plan más grande

"Y dará a luz un hijo y llamarás su nombre Jesús..." – Mateo 1:21

Si somos honestas admitiremos que a la mayoría de nosotras no nos gusta leer genealogías bíblicas. A menudo pasamos ligeramente sobre ellas o las saltamos todas de una vez.

Normalmente están llenas de nombres que difícilmente podemos pronunciar y personas de las que nunca hemos oído hablar. Pero las genealogías son importantes – de lo contrario Dios no habría incluido tantas de ellas en la Escritura.

A través de las genealogías vemos cómo Dios usa a la gente común para Su extraordinaria obra.

En la hermosa historia de amor que es el libro de Rut, vemos que Naomi, Rut y Booz forman parte de una historia mucho más amplia: una historia guiada por la mano de Dios para provocar los eventos futuros que conducirían a la venida de el Salvador. Lo vemos lograr esto usando gente normal, como Ruth, con vidas comunes, como la de un dueño de campo, en una pequeña ciudad insignificante llamada Belén.

Dios, en Su sabiduría soberana, usa lo que podríamos considerar como insignificante y humilde para llevar a cabo lo extraordinario. Y ¿qué es más extraordinario que el verdadero Redentor Rey Hombre nacido de los descendientes de Ruth y Booz ?

Las genealogías también muestran que pertenecemos. Cuando tú estudias tu genealogía descubrirás rápidamente que perteneces a una familia y a una herencia; a una cierta cultura y grupo étnico. Pero para aquellos de nosotros cuya confianza está en Jesús, tenemos el privilegio no ganado de pertenecer a la familia de Dios. Hemos sido dotados de una herencia rica en gracia, misericordia, perdón y amor sacrificial.

Pertenecemos a una cultura donde la belleza se mide por un corazón cambiado, no por la forma de nuestros cuerpos o el estilo de nuestro pelo; donde la aceptación es recibida y dada a causa de la sangre compartida de Jesús que corre por nuestras venas.

Las genealogías son importantes porque en ellas vemos a Dios usando gente imperfecta para Su plan perfecto. En Mateo 1 vemos la genealogía de Jesús y en esta lista encontramos un montón de gente que se equivocó. Tenemos a Jacob que era un mentiroso y un ladrón, Rahab que era una exprostituta, y David, un adúltero y asesino. Y sin embargo Dios trajo al Mesías a través de esta línea de inadaptados.

Esto debería darnos ánimo. No hay gente perfecta y, sin embargo, Dios nos usa de todos modos. Él nos usa a través de nuestras vidas ordinarias para hacer realidad Su obra en el reino.

Continúa en tu fidelidad a la vocación que Dios tiene para ti, no importa lo ordinaria que te puedas sentir que eres. Tú, también, eres parte de una historia más grande… una historia que involucra el reino de Dios.

Por: Jen Thorn

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