Un toque (extra) de Marta         

Probablemente conoces la historia de estas dos queridas hermanas de Betania que encontramos en Lucas 10: 38-42. Siempre hablamos de la ajetreada y turbada Marta, ocupada con las tareas del hogar, en contraposición a María quien “escogió la mejor parte” sentándose a los pies del Maestro. Si bien nuestra prioridad siempre debe ser Jesús y nuestro tiempo con Él, sabemos que debemos mantener un equilibrio entre nuestra vida espiritual y nuestras tareas mundanas.

Es más, hoy voy a ponerme un poquito del lado de Marta. Y es que mi hogar necesita desesperadamente que deje salir a la Marta escondida y reprimida dentro de mí para poder ponerme manos a la obra. En mi día ajetreado reconozco que mi hogar no siempre ocupa un lugar de preferencia y ya es hora de que escale algunas posiciones dentro de mis prioridades.

Después de trabajar fuera del hogar como profesional durante varios años, comencé a “reconciliarme” con mi nuevo papel de cuidadora del hogar poco después de tener a mi primer hijo y cuando leí el libro de Elizabeth George titulado El llamado supremo de la mujer. Por ese tiempo, el Señor me habló directamente sobre ese tema con un versículo:

Sin bueyes el granero está vacío; Mas por la fuerza del buey hay abundancia de pan.” – Proverbios 14:4

Déjame explicarte. “Vacío” significa en este caso “limpio”. El versículo dice literalmente que cuando no hay bueyes no hay excremento en el granero, pero que es gracias al trabajo del buey que hay abundancia. Ryrie dice sobre este versículo: “No hay pan sin algo de estiércol. Cierta molestia es el precio requerido para el crecimiento y la realización de alguna tarea.” En otras palabras: el que algo quiere, algo le cuesta. Si quiero un hogar organizado, que funcione bien y que sea un lugar cómodo, sereno y tranquilo para mi familia, voy a tener que esforzarme y trabajar duro para poder lograrlo.

Ciñe de fuerza sus lomos, Y esfuerza sus brazos.” – Proverbios 31:17

La mujer virtuosa descrita en Proverbios 31 se sube las mangas y se prepara para afrontar una dura tarea. Querida amiga, somos llamadas a esforzarnos y trabajar duro en beneficio de nuestras familias y de nosotras mismas. No menospreciemos el hermoso ministerio que Dios nos ha dado dentro de nuestro hogar. Asumamos el reto con los ojos puestos en Jesús, sabiendo que servimos a Dios a través del servicio a nuestra familia.

Que no te quepa ninguna duda de que, si haces las tareas del hogar con excelencia, estás invirtiendo en lo eterno. Vamos a organizarnos, vamos a esforzarnos, a trabajar duro y vivir nuestros días con sabiduría (Salmo 90:12). Para lograrlo, lo primero que debemos hacer es dejar a un lado las excusas...

...Tengo muchas cosas y no puedo deshacerme de ellas

...Mis hijos hacen desastres a cada rato

...No tengo tiempo para organizarme

...No tengo dinero para organizarme

...¿Para qué molestarme si todo vuelve a estar desordenado en un rato?

...Estoy demasiado cansada para pensar

...Tengo orden en mi desorden

¿Alguna de ellas te es familiar? Mi preferida es la última “tengo orden en mi desorden”. ¡Ja! ¡Excusas! ¡Vamos a organizarnos ya! Trabajemos con esfuerzo para disfrutar más y mejor del tiempo con los nuestros, que es lo más importante. Así que, ¡Adelante Martas del mundo! ¡Manos a la obra!

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