Una buena relación con la suegra (Parte 2)

Si la relación con la suegra ha sido difícil y aún conflictiva, no es tarde para procurar establecer una comunicación más cordial y amable. Ya sea aprovechando eventuales visitas a su casa o invitándola a compartir momentos familiares en el propio hogar, resulta provechoso tomar un tiempo para conversar con la suegra, para conocerla más, pedirle su opinión frente a algún asunto en particular, mostrando interés por saber cómo se siente, cómo tuvo que enfrentar sus propias decisiones familiares y pedirle consejo.

Ese espacio para compartir con la suegra, o una llamada para saber cómo se encuentra, puede representar un gesto de interés y de que se valoran sus opiniones y posiciones. Manejarlas con prudencia y sinceridad es algo que puede posibilitar espacios para compartir y desarrollar un mejor y mayor entendimiento.

Esos gestos pueden ser acompañados de un detalle o regalo que se le lleve y que le  indique que hay interés por complacerla y hacerla sentir bien. La nuera o el yerno le harán sentir que es importante y que han tomado tiempo y esfuerzo pensando en ella.

Aclarar los malos entendidos

Ahora bien, existen momentos en donde las suegras pasan la línea e ingresan al ámbito del hogar de sus hijos y de sus yernos o nueras. Es tiempo de sentarse con sabiduría, amabilidad y firmeza. Expresar que en aspectos de crianza de los nietos, de formas de administrar y decorar la casa, de vestirse ellos o sus nietos, o decidir vacaciones u otros asuntos domésticos, ella no debe interferir ni criticar.

Son  ámbitos que le pertenecen al hogar de sus hijos y no al de ella. Hay que hablar con la suegra directamente, verla a los ojos y aclarar los malos entendidos, con respeto y cortesía, pero con firmeza y decisión.

La suegra debe saber que se le agradece su preocupación y sus “buenas intenciones”, pero que no le corresponde involucrarse más allá de lo debido. Ella debe de aprender a respetar las fronteras del hogar de sus hijos.

Conversar con la pareja

Es importante conversar con el cónyuge sobre la situación que enfrentan con su difícil suegra. Recordar que es la madre de su pareja, que la ama y que no es esperable que asuma una posición a favor o en contra de dos personas que ama y que no quisiera ver confrontadas.

Se debe dialogar  sobre los aspectos puntuales que afectan la convivencia a partir de las opiniones o comportamientos de la suegra. Hablar de los hechos y no tanto referirse a la persona, a calificarla o estigmatizarla.

Hay que transmitir el deseo y la comprensión de que el cónyuge pase tiempo con su madre sin que la pareja sienta esto como amenaza o competencia. Es un tiempo necesario y hasta saludable, pero debe aclararse que tampoco es conveniente abusar de ese tiempo por el bien de todos los miembros de la familia.

La suegra siempre verá a sus hijos de una manera especial y diferente a como observan a sus yernos y nueras; esto no es nada personal, es absolutamente natural. Tampoco es de extrañar que la suegra piense que nadie es suficientemente merecedor de su hijo o hija, y verá, de alguna forma, las áreas  grises de sus yernos y nueras.

Pero hay que evitar la confrontación y el conflicto, no se trata de competir con la suegra por el cariño del cónyuge. Se debe procurar no hablar mal de la abuela con sus hijos y no incluirlos a ellos en la tensión de las relaciones difíciles cuando éstas se producen.

Es conveniente lograr el balance ente “una distancia saludable con una cercanía necesaria”. La suegra no debe convivir con la familia de su hijo o hija, porque esto puede aumentar los niveles de discrepancia y confrontación; pero siempre debe haber espacios para compartir y desarrollar un diálogo constante, constructivo y positivo con la suegra.

Por Jesús Rosales Valladares

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