Una deuda que no podemos pagar

“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo." – Gálatas 2:20-21

En el capítulo 1 de Gálatas, Pablo está convencido de la verdad más importante de nuestra fe cristiana: que la salvación viene por la fe en Cristo solamente.

Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” Hechos 4:12

Este era también el grito de guerra de la Reforma Protestante. Comúnmente se expresaba como las “Cinco Solas”, lo que resumía nuestra salvación:

Sola Scriptura, la Salvación es revelada solamente en la Escritura.

Solus Christus, la Salvación se encuentra solo en Cristo.

Sola Gratia, la Salvación es completamente solo por Gracia

Sola Fide, la Salvación se recibe solamente por fe.

Soli Deo Gloria, la Salvación es dada solamente para la Gloria de Dios.

Pablo reprende a los gálatas por seguir a los falsos maestros que les estaban diciendo que la salvación se recibe por la fe en Jesús y también nuestra obediencia a la ley.

A medida que continúa su explicación de la salvación por la gracia mediante la fe, Gálatas 2 termina afirmando que si pudiéramos salvarnos a nosotros mismos por la obediencia a la ley entonces Cristo murió por ningún propósito. Pablo dice que Cristo tenía que venir porque éramos, y somos, incapaces de guardar la ley. De hecho la ley acusa, esclaviza y nos condena como pecadores.

La norma de Dios es una perfección de la que quedamos terriblemente cortos. Por eso, el evangelio es una buena noticia para los débiles e impotentes como nosotros. Cristo es el que lo ha hecho todo por nosotros. Ha guardado la ley, ha pagado la deuda y sigue trabajando en Su pueblo. Es por esto que Pablo dice: “Estoy crucificado con Cristo. Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí” (vs. 20).

“Él en su propia persona nos da una excelente descripción de la misteriosa vida de un creyente. Él es crucificado, y sin embargo, vive; el viejo hombre fue crucificado (Romanos 6: 6), pero el nuevo hombre está vivo; él está muerto para el mundo, y muerto a la ley, pero vivo para Dios y Cristo; el pecado está mortificado, y la gracia se acelera.” – Matthew Henry (Comentario de Gálatas)

El Peligro de deberle a Dios

La salvación es por gracia. Pero a veces crecemos confundidas en cuanto a nuestra respuesta a esa gracia. Con demasiada frecuencia nos fijamos en lo que Cristo ha hecho por nosotras y nos sentimos como que le debemos algo. Nos preguntamos: “¿Qué puedo hacer yo por Jesús?” Y a veces sentimos la necesidad de pagar de alguna manera a Jesús de regreso por su regalo de la salvación. Existen 3 problemas con esto:

1) La salvación es un regalo, y los regalos no se pagan al que los dio. ¿Cómo te sentirías si le compraras un regalo a alguien, un regalo que ellos necesitan y aman, y te quisieran pagar por ello? Pagar de vuelta significa que no es un regalo, sino una mercancía/producto.

2) No hay nada suficientemente bueno o grande que podamos hacer para pagar a Jesús lo que Él nos ha dado.

3) Cristo no ha terminado de hacer la obra en nosotros. El continúa haciéndola, nos perdona, nos cambia, nos sana, nos corrige y nos hace crecer.

Lee esos versículos una vez más. ¿Qué dicen? Dice que ahora que Cristo ha salvado mi vida, ya no es acerca de mí – es acerca de Cristo en mí. Así que, ¿qué es lo que tenemos que hacer ya que Cristo ha hecho y sigue haciendo todo por nosotras? Pablo nos dice en la segunda parte del verso 20:

“Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios.”

Fe.

Esa es nuestra respuesta: el creer y vivir por esa fe. La Fe cree que Cristo ha pagado todo. La Fe cree que Cristo completará su obra en nosotras. La Fe confía en que Jesús es suficiente y en que en Él solamente nuestra salvación es completa.

Si bien hay muchos pasajes que nos dicen que necesitamos obedecer, esta obediencia es solamente posible porque Cristo está en nosotros. La obediencia no es la causa de nuestra salvación, sino la consecuencia de ella.

Por: Jen Thorn

Loading controls...