Una Joven Redimida

“Que Cristo murió por nuestros pecados… y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día conforme a las escrituras” – 1 Corintios 15:3-4

Hace más de dos mil años que conmemoramos su muerte y celebramos su resurrección. Cristo Jesús hizo un acto heroico que ningún otro hombre jamás en el mundo hubiera podido realizar. Solamente él tenía la potestad de hacerlo y sólo Él eligió derramar su sangre para redimirnos para siempre del pecado.

Lo que Dios tenía en mente acerca de Cristo no era quedarse para siempre en una tumba, y que dos mil años después visitáramos sus restos en un museo. ¡Dios hizo algo extremadamente sublime! El destino de Cristo fue la resurrección, ¡una completa victoria sobre lo que era predecible!

Toda esta historia magnífica de redención no se queda ahí, impresa en los libros. Esta historia redentora ha cobrado vida en el corazón de millones de personas que por fe han recibido la salvación por el sacrificio de Cristo. ¿Lo has experimentado? Si aún no lo has  hecho, este es el momento adecuado para que permitas que la historia de Cristo cobre vida en ti y te transforme hasta que el quebranto se convierta en liberación. Pero recuerda que sin quebranto no hay redención; debes estar dispuesta a ser quebrantada para recibir la redención eterna en Cristo Jesús.

Ahora, si ya has experimentado el gozo de ser redimida, notarás que hay algunas cualidades diferentes a las que vale la pena echar un vistazo hoy.  

Una joven redimida es continuamente agradecida porque bien sabe que estaba destinada a vivir en cadena perpetua, presa del dolor, pero ha aceptado el sacrificio de Cristo y por fe sus cadenas fueron rotas. Ella es completamente afortunada por recibir un favor inmerecido, ha sido rescatada de la muerte ¡¿Qué más le queda a esta joven sino solamente dar gracias?! Y cada vez que medita en ello da gracias, ¡sólo gracias Señor!

Una joven redimida llora de alegría y experimenta completa paz. No creas que las lágrimas se van por completo, siguen estando allí, pero esta vez brotan de un corazón alegre, llora y ríe porque este gran misterio que a veces no entiende lo puede sentir; se le estremece el corazón y puede suspirar profundamente porque pase lo que pase, aunque esté en medio de una gran prueba, sabe que quien la rescató tiene el control.

Una joven redimida aborrece el pecado, pues ahora ve las cosas desde otra perspectiva. Es consciente de que acariciar la caída le aleja de su Señor y por eso no desea pecar otra vez, no quiere caer en depresión, no le apetece contemplar la lujuria, huye de los celos dañinos, se escapa de la tentación. Las cosas que antes veía como lo máximo de la vida, ahora ya no lo son; estas formas de pecado han dejado de ser su centro de atención, ahora se enfoca en amar a Cristo.

Una joven redimida vive diferente. Es decir, su vida ha dado un giro de 360 grados desde que conoció a ese hombre tan maravilloso y lo que hizo siglos antes por ella, por lo que todo lo que ella hace, dice y cree, los lugares que frecuenta, la ropa que viste, los libros que lee, la carrera que elige, los amigos que tiene, sus diversiones, sus pasatiempos, sus pensamientos… todo, absolutamente todo, lo hace para la Gloria de su Salvador.

Una joven redimida Ama a Dios Grandemente porque ha desarrollado un amor especial hacia Él. Es diferente a los amores del mundo, protege con sumo cuidado ese amor pues está segura de que un día se encontrará con él cara a cara y por eso lo espera con ansias.

Una joven redimida puede amar porque ha sido amada.

Por Angélica Jiménez

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