Una mente renovada

La forma en que pensamos genera la percepción que tenemos acerca Dios, de nosotras mismas, de los demás y de todas las cosas en general, afectando de hecho nuestro comportamiento, las decisiones que tomamos y hasta nuestra manera de hablar. Es por esto que la Biblia nos manda a pensar en:

“Todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza…” (Filipenses 4:8)

Nuestra mente es “entrenable”. Somos nosotras quienes decidimos lo que entramos y sacamos de allí. Es un error pensar que la misma cambia de forma instantánea y automática al minuto de nuestra conversión. Este es un proceso continuo.

Dice el dicho: “La mente ociosa es taller del Diablo” y la Palabra de Dios, aunque lo expresa de otra manera, al parecer está de acuerdo con esto.

El campo de batalla en donde nos enfrentamos a diario con nuestro adversario el Diablo es nuestra mente. El que ha venido para “matar y destruir” sabe que, a menos que estemos dispuestas a librar y usar nuestras armas de forma correcta, él saldrá victorioso cada vez hasta que lleguemos a creer que no podemos hacer nada sino rendirnos.

Satanás es experto en matar nuestra paz, creando estrategias para que nuestra mente se vaya “de paseo” y nos traicione de la manera más cruel, de forma que llegamos a pensar mal no solo de los demás sino también de nosotras mismas. Ya logrado esto, habremos formado un hábito y por ende un hablar y un comportamiento que distan mucho de ser al que Dios demanda.

Una de las armas que hemos de utilizar para nuestra diaria batalla es el mantener nuestra mente tranquila. Por siglos, el ser humano ha tratado de crear diversas técnicas y fórmulas para obtener la tan anhelada “paz mental”, sin embargo, la mayoría usan el mecanismo equivocado.

¿Cómo mantener nuestra mente en paz?

1. ¡Presentándonos a Dios y dándole gracias!

“No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:6-7).

Es fácil decir “Gracias Señor” al levantarnos. Sin embargo, al final del día, con la mente cargada de todo lo que nos aconteció, nos cuesta trabajo despejarla al momento de irnos a dormir. Nos levantamos con una punzada en el pecho originada por aquel problema inconcluso o situación que aún persiste. Ya olvidamos entonces aquella acción de gracias del día anterior. Por esto es importante entrenar nuestro pensamiento cada día, y no importando la situación, dar gracias a Dios EN TODO. “... porque esta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús”.  (1 Tesalonicenses 5:18b)

¡Sustituyamos la queja por la acción de gracias y veremos grandes resultados!

2. Renovando nuestro pensamiento.

Este proceso es similar al utilizado en los teléfonos inteligentes y programas de computación de hoy. Cada cierto tiempo recibes una notificación diciéndote que es tiempo de actualizar ciertas aplicaciones. Generalmente te piden que apagues tu aparato para asegurarse de que el proceso de actualización se ha realizado de manera exitosa.

“Renovaos en el espíritu de vuestra mente”.  A esto nos exhorta el apóstol Pablo en Efesios 4:23 como parte del proceso de transformación y vida de testimonio que debe realizarse en cada creyente. En otras palabras, se nos exhorta a ser como ríos, renovando nuestras aguas constantemente, y no como una laguna, la cual mantiene agua estancada todo el tiempo.

De manera que… ¡Conectémonos con Cristo cada día por medio de su Palabra!

Loading controls...