Una vida consagrada

Existen varias razones por las cuales podemos decidir vivir una vida consagrada, y la primera es la gratitud. Como Cristo murió por mí, lo menos que yo puedo hacer es vivir para Él (Romanos 5:8). Y realmente no se trata solo de lo que Él hizo en la cruz, sino también de lo que Él está haciendo por nosotras todos los días.  

Segundo, la santificación nos da poder para lograr lo que Él nos pida (Romanos 8:11). El mismo poder que resucitó a Cristo está disponible para nosotras cuando vivimos en obediencia a Él. Y Él nos ha llamado y nos ha equipado para hacer las buenas obras que Él preparó de antemano (Efesios 2:10).   

Colosenses 1:17 nos instruye, “Y Él es antes de todas las cosas, y en Él todas las cosas permanecen.” Entonces, para que yo pueda vivir una vida íntegra necesito caminar en Él.  

Si Cristo no es el centro de mi vida, todo lo que estoy viendo en el mundo, la maldad, las enfermedades, la violencia, etc. no tiene sentido, pero cuando Cristo está en el centro y vemos la guerra espiritual alrededor nuestro por la verdad (Juan 18:37), entonces todas esas cosas no solamente tienen propósito sino que son lógicas, y cuando vemos el panorama general, las piezas restantes “caen en su sitio”.  

Si queremos ser usadas por Cristo con poder, necesitamos ser… santas, para que podamos lograr Su propósito para nosotras, no solamente de manera individual sino también como parte de la iglesia a la que pertenecemos. El poder de cada iglesia depende de las vidas de sus miembros. Recordemos que la fortaleza de una cadena está en la fuerza de su enlace más débil. Cuando estamos dedicadas al Señor, Su gracia es suficiente porque “Su poder se perfecciona en la debilidad” (2 Corintio 12:9) “porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.” (2 Corintio 12:10). 

Hagamos nuestra la oración de Pablo: 

“Mi oración es que los ojos de vuestro corazón sean iluminados, para que sepáis cuál es la esperanza de su llamamiento, cuáles son las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál es la extraordinaria grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, conforme a la eficacia de la fuerza de su poder.” – Efesios 1:18-19 

Caminemos juntas en el poder de nuestro Señor para que el mundo pueda ver que ¡NUESTRO DIOS REINA! 

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