Bendito sea el Señor,
que ha oído mi voz suplicante.
El Señor es mi fuerza y mi escudo;
mi corazón en él confía;
de él recibo ayuda.
Mi corazón salta de alegría,
y con cánticos le daré gracias.
El Señor es la fortaleza de su pueblo,
y un baluarte de salvación para su ungido.
Salva a tu pueblo, bendice a tu heredad,
y cual pastor guíalos por siempre.
Salmo 28:6-9 (NVI)
La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional® NVI®
Derechos de Autor © 1999 por Biblica, Inc.®
Escritura citada con permiso. Todos los derechos reservados en todo el mundo.
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