Vivir es Cristo

Solamente os ruego que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo…” – Filipenses 1:27 

Podría parecer que Pablo estuviera cansado de su vida y deseara la muerte. La vida ciertamente no era buena para él. Fue perseguido, sufrió un naufragio, fue golpeado, vivió en pobreza y fue encarcelado. Pero Pablo no quería escapar de su vida. Estaba feliz de vivir porque no vivía solo ni vivía sin razón. Pero tampoco tenía miedo de la muerte. La muerte terminaría con su sufrimiento y lo pondría cara a cara con el Único por el que había sufrido.

Vivir es Cristo.

Como cristianos, nuestras vidas están unidas a Dios. Nuestro aliento diario viene de Él (Hechos 17:25), nuestra salvación se encuentra en Él, toda la gracia y el poder de superar el pecado y la tentación descansan en Él. Su Palabra es la regla y la guía para nuestras vidas y Su reino es nuestra herencia. El verdadero gozo se encuentra en Él. Él da sabiduría a los que la piden y escucha cada petición que ponemos ante Él.

Vivir es Cristo.

Así que necesitamos preguntarnos a nosotras mismas… ¿Vivo de una manera que es digna del evangelio? (Filipenses 1:27) ¿Estoy agradecida y gozosa? ¿Estoy dispuesta a pasar tiempo con este maravilloso Salvador que no retiene nada para Sus hijos? (Salmo 48:11) ¿Me mantengo firme durante los días malos por quien sostiene mi vida? ¿Estoy viviendo una vida centrada en  Cristo?

Morir es ganancia.

Si tu vida está en Cristo, entonces tu muerte significará ganancia.

No puedes perder. Vivir significa que verás a Dios obrar en tu vida, restaurar Su imagen en ti, prepararte para Su reino eterno. Mientras vivamos, seremos parte de la historia de redención de Dios. Pero la vida es complicada.

La muerte significa el final de nuestra miseria, tristeza, dificultades y dolor, y marca el comienzo del gozo inagotable, de una alabanza indescriptible, de relaciones perfectas y de una vida ante Cristo.

La muerte es el resultado del pecado. Pero por la obra de Cristo en la cruz, la muerte se convierte en una puerta a través de la cual entramos en los brazos amorosos de nuestro Dios. De la misma manera que la muerte no venció a Jesús, no puede destruirnos a nosotras.

Vivir es Cristo y morir es ganancia debería ser la verdad que trae contentamiento a nuestros días y paz a nuestras noches.

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