Vivo por Él

El amor de Dios es aquel que necesitamos para vivir, pero, a la vez, es el mismo amor que necesitamos experimentar para poder morir por Él.

“Pues, para mí, vivir significa vivir para Cristo y morir es aún mejor”, Filipenses 1:21

A simple vista este verso parece una contradicción. Me dirás: ¿Cómo puedo morir en vida? ¿Cómo es que debo vivir para Cristo? ¿Y qué de mi trabajo? ¿Qué de mi familia? ¿Cómo hago efectiva esta Palabra en mi vida diaria?

Vivir para Cristo significa que cada vez que nuestros deseos naturales del diario vivir pretendan prevalecer a nuestro deseo de ser más como Cristo, deberíamos estar dispuestos a morir a estos deseos. Significa que cada día de nuestra vida es un nuevo reto para vivir para Cristo en cada una de nuestras actividades diarias.

Cuando aprendamos a morir diariamente a aquellos deseos que no ayudan a la extensión del Reino y a nuestra edificación personal, entonces aprenderemos a morir a las grandes tentaciones que destruyen nuestra vida.

Vivir para Cristo es una lucha diaria entre nuestra carne y nuestro espíritu, estos son como dos grandes lobos que se enfrentan ferozmente el uno queriendo ganar al otro, pero… ¿quién ganará la batalla? La respuesta es sencilla: la batalla será ganada por “aquel que está mejor alimentado”. Alimentar el espíritu diariamente es nuestra única arma para vencer la carne y vivir para Cristo, y si morimos a nosotros mismos será aún mejor.

Vivir para Cristo no es una decisión fácil, pero sí es un proceso al cual nos enfrentamos en un punto de nuestra “vida”, el cual nos llevará a decidir si queremos agradar a Cristo en cada una de las cosas que hacemos y, además, alcanzar a las personas que Dios ha puesto en nuestro caminar. ¿Cómo lo haremos? De la misma manera como Él nos amó, con un amor extravagante y furioso que nos ayude a dar muerte a todo aquello que nos impide amar como Él ama.

Por Nayibe Rueda

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