¡Yo nací así!

Cuando alguien viene a confrontarla por sus actitudes, su respuesta más común es: “¡Yo nací así!”

Muchas veces también hemos utilizado este tipo de respuesta como excusa, demostrando que no queremos cambiar aquello que nos ha identificado por años. Sin embargo, este argumento no tiene ninguna validez cuando somos hijas de Dios y somos confrontadas por Su Palabra cuando esta nos dice:

“En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad. Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros", Efesios 4:22-25.

La idea que se entiende por el término “despojarse” es “quitarse un vestido” y, por ende, vestirse con uno nuevo.

Quizás te preguntes, ¿cómo puedo despojarme de algo que ha estado siempre conmigo? Reemplazando las obras de la carne por obras de justicia.

- Si hablaba mentira, ahora hablar solo la verdad.

- Si criticaba, enfocarme en lo mejor de la persona y resaltarlo.

- Si maldecía, sazonar mis palabras con sal y expresar lo que edifica.

- Si guardaba rencor, ahora manifestar el amor.

- Si era orgullosa, entonces debe aflorar en mí la humildad de Cristo.

- Si era conocida por ser muy conflictiva, servir ahora como pacificadora.

- Si era iracunda, llenarme de paciencia y misericordia.

- Si hurtaba, ahora tengo que trabajar con mis manos.

“Baste ya el tiempo pasado para haber hecho lo que agrada a los gentiles, andando en lascivias, concupiscencias, embriagueces, orgías, disipación y abominables idolatrías”, 1 Pedro 4:3.

“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”, 2 Corintios 5:17.

Las Escrituras no nos dan apoyo alguno para quedarnos de brazos cruzados en cuanto a las obras de la carne que adornaban nuestras vidas, de lo contrario, son muy enfáticas al decirnos que: “basta ya de hacer lo que hacíamos antes”, debemos “despojarnos”, “dejar las cosas viejas” y“hacer morir las obras de la carne”.

Aquí hay una idea de lo que debe adornar nuestro ser:

“Más el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley”, Gálatas 5:22-23.

Hoy me gustaría que me acompañaras a realizar una lista de los aspectos que las Escrituras considera pecados, con el fin de identificarlos y llamarlos a cada uno por su nombre. Y también a pedir a Dios en oración a diario que esas áreas sean reemplazadas por las cualidades del fruto de Su Espíritu y ser intencionales al momento de sustituirlas.

Por cierto, nuestro pecado y los frutos de la carne no son parte de un paquete exclusivo dependiendo del tipo de personalidad o carácter que tengamos, más bien, están arraigados en nuestros corazones caídos. Por eso se hace tan necesario no enfocarnos en cambiar lo de “afuera” sino lo de “adentro”, de donde mana la vida.

Por Rosanna Ramírez de Rosario

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