Yo no soy esa mujer

Yo no soy esa mujer... no soy la mujer que quiero ser... todavía. 

No soy todo lo que he soñado, pero por la gracia de Dios soy lo que soy. Y camino a diario entendiendo que Dios es mi porción, es decir, justo lo suficiente para cada día. No necesito más ni menos.

No soy la esposa perfecta; no siempre digo lo que debiera decir y a menudo digo lo que no debiera. No siempre recibo a mi esposo con los brazos abiertos cuando llega del trabajo o después... pero sé que Dios está haciendo su obra en mí, poco a poco, para llevarme a esa meta. Mientras tanto, amo a mi esposo, con mis imperfecciones y todo. Y cada día le agradezco a Dios por el privilegio de amanecer a su lado, de sentir sus brazos a mi alrededor.

No soy esa mujer que nunca grita a sus hijos ni que nunca pelea porque los juguetes están fuera de lugar... pero cada día le pido a Dios sabiduría para aprender a sellar mis labios y ser paciente, porque yo también tengo mis propios “regueros” en la vida y, sin embargo, nadie me grita, mucho menos Dios.

No soy la amiga perfecta. A veces me equivoco, me siento herida demasiado rápido o sin motivos reales... pero busco ser una amiga con la que otros puedan contar.

No soy esa mujer que destila sabiduría en cada decisión, pero me aferro a la promesa de que puedo pedírsela a Dios y él me la dará. Y cuando fallo, empiezo de nuevo, pero ya no en el mismo lugar, sino un paso más adelante, porque de eso se trata, un paso a la vez.

No siempre camino segura. En algunos días dudo y titubeo, y me pregunto si alguna vez seré diferente. Pero entonces recuerdo que no tengo que ser, por definición, una mujer segura. Mi seguridad tiene que estar en Dios y lo que él dice de mí.

No soy siempre la mujer que cuando se mira al espejo ve una obra maestra del Creador. Veo defectos, imperfecciones... y también arrugas que empiezan a asomar y me recuerdan que los años han pasado. Pero sé que Dios me ve de manera diferente y aunque por fuera envejezca, él me rejuvenece por dentro porque la vida en realidad es un conteo regresivo para por fin llegar a la eternidad.

No soy la mujer que siempre está alegre. En ocasiones batallo con emociones negativas y la lucha es fuerte. Pero he decidido que no soy de las que retroceden y, por tanto, me agarro de la mano de Jesús y camino hacia delante, enfocando mis pensamientos en la Verdad.

No soy muchas cosas que quisiera ser... todavía. Pero doy gloria al Dios del universo que es paciente y me regala segundas, terceras, infinitas oportunidades para aprender. Me maravillo ante su gracia que no tiene límites y que actúa en mí para que un día la obra que él planeó en la eternidad esté completa.

Yo no lo soy, y tal vez tú tampoco, pero no vivo para llegar a ser la mujer perfecta, vivo para llegar a ser una hija de Dios a quien él, el Creador Perfecto, pueda moldear para reflejar a Cristo y vivir la vida como él la diseñó... para su gloria, no la mía.

Loading controls...