¿Yo vanidosa?

“Vanidad de vanidades, todo es vanidad.” – Eclesiastés 1:1-2

Qué sorpresa me he llevado al estudiar el libro de Eclesiastés, un libro totalmente diferente de los demás escritos bíblicos. Me lo he tomado con decisión, porque deseo comprender qué ocurría en la mente de Salomón al escribir sobre la esencia trivial de la vida humana.

Su palabra favorita para escribir este libro fue “Vanidad”, e intenté observar qué era lo que él describía como vanidad. Tenía la impresión de que al hablar de vanidad haría referencia a la condición arrogante de algunas chicas que te miran por encima del hombro, te tuercen la mandíbula y modelan su costosa ropa frente a ti.

Pero, ¿sabes qué? Observé que la vanidad es todo. Todo, absolutamente todo es vanidad: el tiempo, el espacio donde habitas, todo lo que puedas ver, pensar, tocar, oler y percibir con tus sentidos, todo tiene esa particularidad vanidosa metida dentro de sí, que hace que todo lo que gira a tu alrededor se convierta en algo superfluo.

¿Ah? Según lo que entendí, Salomón y, en última instancia, la palabra de Dios dicen que todo lo que haces en tu vida es pura vanidad.

Esta idea no la podía sacar de mi cabeza y comencé a pensar en ella mucho más, descubrí una sola razón suficientemente contundente para demostrarte que TU ERES VANIDOSA.

Eres vanidosa porque: “No puedes dejar de pensar en ti misma”

Déjame demostrarlo con ejemplos cotidianos:

Necesitas pasar tiempo meditando con detalle qué ropa lucirás hoy porque es importante verte bien.

Necesitas salir con tus amigas a comer algo porque es importante conservar tus amistades.

Necesitas tomar buenas selfies porque es importante mantener una imagen prestigiosa en las redes.

Necesitas obtener buenas calificaciones en el estudio porque es importante para tu futuro.

Necesitas hacer todo lo que haces porque es importante tener una mejor calidad de vida.

Digo, puede que suene un poco exagerado, pero ¿no es así como vivimos la mayor parte del tiempo? ¿Y con qué fin hacemos todo esto? Al final de cuentas terminaremos muriendo y nada de lo que acumulemos en esta vida lo llevaremos a la tumba. Todo se queda aquí.

La verdad es que a la luz de la Biblia la vanidad de la vida es pecado, porque es darle la corona a tu yo, quitarle el lugar que le corresponde a Dios para dárselo a tu EGO. Eso resulta ser chocante sobre todo para nosotras que estamos en lo mejor de la vida y lo que menos queremos es que nos recuerden que un día vamos a morir.

Me di cuenta de que es imposible vivir sin vanidad, prácticamente nos tenemos que acostumbrar a ella y convivir con ella, no hay solución para esto.

Lo que sí aprendí en esta primera zambullida sobre Eclesiastés es que de todas tus prioridades puedes esforzarte por colocar a la vanidad en última instancia. Preocúpate por cosas que sí puedes llevar más allá de la muerte, acumula tesoros allí en el cielo. Corrige tus prioridades y poco a poco ve dejando la vanidad en último lugar.

Resulta un poco difícil ahora, pero será gratificante cuando te encuentres cara a cara, con tu Señor.
Preguntas de Reflexión: 

1. Siendo una chica joven, ¿en qué ocasiones te sientes más tentada a recurrir a la vanidad?

2. ¿Te cansas de la rutina? ¿Qué cosas prácticas puedes hacer hoy para romper con la rutina diaria?

3. ¿Te consideras una chica “Nerd”? ¿De qué formas puedes cambiar tus prioridades y mantenerte centrada en Cristo?

4. ¿Qué opinas de la risa desmedida y alborotada? ¿Cómo se ve esta manera de actuar en una joven cristiana?

5. Busquemos formas prácticas de hallar la alegría del día a día centrada en Dios.

Por Angélica Jiménez

 

Loading controls...