"Él era el hombre perfecto, hasta que…"

“Cuando salía, él era atractivo y limpio, ahora ni siquiera recoge lo que desordena ¿Qué debo hacer?”

Ximena fue a consejería con su marido. La llevaba un solo propósito: "que lo cambiaran”. Él había caído en un patrón que podría funcionar para un hombre soltero, pero que en definitiva no funciona para uno casado. Algunas veces trabajaba horas extras sin siquiera llamar a su esposa para informarle que demoraría.

Jorge había cambiado demasiado, cuando eran novios sabía cómo manejar sus finanzas; por lo menos su auto nunca había sido embargado por falta de pago. Hoy todo es diferente ya que reciben sorpresas mensuales de la tarjeta listando compras y más compras. Incluso su departamento siempre lucía limpio cada vez que ella lo visitaba cuando eran novios, pero ahora su ropa interior rara vez alcanza a recorrer los dos metros desde el pie de su cama, hasta la canasta de la ropa sucia.

Ahora entendemos por qué Ximena quiere que el consejero acepte el reto de enderezar a su marido. Ella quiere que le regrese al “viejo” Jorge. ¿Qué pasó con el joven que ella conoció? ¿Acaso cambió o es que lo veía de forma diferente antes? La respuesta probablemente es “sí”.

Quizás él actúa de forma diferente ahora debido a que antes solo quería sellar el trato, es decir, ganar su corazón. Él no se hubiera arriesgado a perderla compartiéndole todas sus peculiaridades. Se comportó de una manera en la que pensó que podría incrementar sus posibilidades y recibir un “sí, acepto”.

Sacó sus mejores armas y tal vez ella también hizo lo mismo para conquistarlo, porque ambos estaban enamorados y querían compartir la vida juntos. Definitivamente necesitaron ser más sinceros y leales, pero eso no quiere decir que su ahora esposa quiera cambiarlo precisamente porque “el amor es entrega y paciencia”.

En Lucas 6:32 Jesús expresa este principio cuando dijo: “porque si solamente aman a los que los aman, ¿cuál es el mérito de ustedes?”. Nos damos cuenta de que el amor romántico le viene naturalmente a la mayoría de las personas, pero aunque con el tiempo ese romance  y por consiguiente algo de la motivación para “un buen comportamiento” se disipe de cierto modo, igual debemos esforzarnos en amar a nuestros cónyuges a pesar de todos los defectos que antes no notamos en ellos.

Nuestro mayor ejemplo es nuestro Señor Jesucristo. Aunque fallamos Él no nos desecha, sino que al contrario nos levanta y ánima. Aplique un poco de eso hoy en su matrimonio.

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