“Sobre este tema tenemos mucho que decir aunque es difícil explicarlo, porque a ustedes lo que les entra por un oído les sale por el otro.[c] 12 En realidad, a estas alturas ya deberían ser maestros, y sin embargo necesitan que alguien vuelva a enseñarles las verdades más elementales de la palabra de Dios. Dicho de otro modo, necesitan leche en vez de alimento sólido. 13 El que solo se alimenta de leche es inexperto en el mensaje de justicia; es como un niño de pecho. 14 En cambio, el alimento sólido es para los adultos, para los que tienen la capacidad de distinguir entre lo bueno y lo malo, pues han ejercitado su facultad de percepción espiritual.” – Hebreos 5: 11-14 NVI
Después de escuchar el devocional, medita en los siguientes puntos:
Esta mañana me levanté pensando...
…en cuando éramos bebés y tomábamos leche, porque era lo que nuestro cuerpo necesitaba, pero a medida que fuimos creciendo nuestra alimentación fue cambiando; según nuestro crecimiento la comida cambia.
1. Nuestro enfoque debe cambiar. Es necesario ir hacia el alimento que requiere el propósito de Dios para nosotros, algo más sólido que resista y responda al nivel de desarrollo y crecimiento al cual estamos llamados a alcanzar.
2. Muchas veces nos acostumbramos a un tipo de alimento, ignorando que el mismo cuerpo pide lo que necesita, y Dios se encarga de darnos a cada uno de acuerdo con nuestro enfoque y propósito.
3. Todo aquello que consideremos como nuestro alimento será lo que nos dará una capacidad de acción especial, nos convertirá en expertos para desarrollar habilidades. Seguir enfocados en el alimento de leche impide que lleguemos a ese lugar de madurez donde Dios quiere bendecirnos.
4. Nuestro enfoque nos ayuda a distinguir entre lo bueno y lo malo; el alimento indicado nos permite estar en el equipo de los que ejercitan su capacidad espiritual para hacer las grandes operaciones de Dios.
5. Cuando entendemos que ya no somos niños de pecho, nuestra mirada cambia y comenzamos a enfocarnos en un nivel mayor, aquel en el que Dios demanda de nosotros una mayor madurez espiritual.