"Sobre este tema tenemos mucho que decir aunque es difícil explicarlo, porque a ustedes lo que les entra por un oído les sale por el otro. En realidad, a estas alturas ya deberían ser maestros, y sin embargo necesitan que alguien vuelva a enseñarles las verdades más elementales de la palabra de Dios. Dicho de otro modo, necesitan leche en vez de alimento sólido. El que solo se alimenta de leche es inexperto en el mensaje de justicia; es como un niño de pecho. En cambio, el alimento sólido es para los adultos, para los que tienen la capacidad de distinguir entre lo bueno y lo malo, pues han ejercitado su facultad de percepción espiritual." – Hebreos 5:11-14 NVI
Después de escuchar el devocional, medita en los siguientes puntos:
Esta mañana me levanté pensando...
…en el sentido del olfato como esa capacidad que Dios nos dio físicamente para identificar y diferenciar los olores. Gracias a un buen o mal olor podemos vivir experiencias agradables o desagradables.
1. Si tuviera que ponerle un nombre a esta semana la llamaría la semana del sentido del olfato; y si lo viéramos desde el plano espiritual, entonces podemos llamarle la semana del discernimiento.
2. El discernimiento implica ver o reconocer un asunto, pero resalta el llegar a distinguir los aspectos o componentes del mismo, sopesando y evaluando cada uno a la luz de los demás. La palabra hebrea que con frecuencia se traduce “discernimiento” está relacionada con la palabra, traducida como “entendimiento”.
3. El discernimiento (virtud o valor moral) “juicio por medio del cual percibimos y declaramos la diferencia que existe entre varias cosas”. Es una cualidad que el Espíritu de Dios cultiva en nosotros en la medida en que maduramos.
4. El discernimiento es logrado a través de los sentidos ejercitados, como nos enseña el texto de Hebreos; pero esos sentidos son ejercitados por el consumo de alimento sólido que hallamos en la palabra de Dios.
5. La palabra “ejercitados” también nos da una idea de que la persona con discernimiento es alguien diligente, y que por lo tanto está acostumbrado al estudio de la palabra y a la meditación de la misma; de tal manera que con frecuencia ese creyente se ha visto en la necesidad de aplicar lo aprendido a situaciones de la vida diaria que le han permitido llegar a tener sus sentidos ejercitados para diferenciar la verdad del error.
