“Mi alma espera a Jehová, más que los centinelas a la mañana, más que los vigilantes a la mañana”, Salmos 130:6
Hay que ser o haber sido alguna vez centinela para entender la esencia de este texto.
Un centinela es el guardián de la noche, es una persona que vela los bienes de otros mientras el resto duerme. Ellos sufren en carne propia el paso lento de las horas durante la larga noche, viendo al tiempo resistirse avanzar para dar lugar al alba. Es una batalla campal contra el hastío, el cansancio, la soledad, el peligro nocturno, el sueño, el frío, la oscuridad y la incertidumbre. Si algo espera un centinela con ansias es la salida del sol que con su luz refulgente anuncia el comenzar de un nuevo día.
No fue una casualidad que el salmista escogiera esta metáfora para describir el anhelo de su alma por ver la salvación de Dios. Si alguien sabe lo que significa “esperar” en todo el sentido y la extensión de la palabra, ese es el centinela. Ese es un sentimiento abrumador, que sobrecoge, debilita y desespera; y es con esa misma sensibilidad que David anhelaba esperar en Dios.
En el Salmo 42:1, el mismo David describe esa necesidad angustiante de encontrarse con Dios cuando dice: “Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía”. David entendía que su vida separada de Dios estaba vacía, que algo le faltaba y que no era la misma.
Esto que él experimentaba es lo que los teólogos llaman el “eclipse de Dios”, que no es más que ese período por el que atravesamos todos los creyentes en el cual nos sentimos desamparadas temporalmente de la presencia de Dios. Y aunque su presencia siempre está ahí con nosotras de manera imperceptible, invisible y silente, hay momentos que nuestras almas anhelan, como nunca antes, que se manifieste el palpitar del Espíritu de Dios latiendo en nuestras vidas.
Pero no hay palabras más adecuadas para expresar ese deseo interior, que esperar en Dios de la misma forma en que un centinela espera la mañana, después de una noche agobiante, agitada y angustiosa.
Oración: Señor, mi alma espera en ti. Necesito ver tu manifestación para que mi espíritu tome aliento. Preséntate pronto a mí como solo tú sabes hacerlo. Como centinela que espera la mañana esperaré. Acude pronto. En el nombre de Jesús, Amén
Por Carmen García de Corniel