“Busqué a Jehová, y él me oyó, y me libró de todos mis temores. Los que miraron a él fueron alumbrados, Y sus rostros no fueron avergonzados. Este pobre clamó, y le oyó Jehová, y lo libró de todas sus angustias. El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, Y los defiende. Gustad, y ved que es bueno Jehová; Dichoso el hombre que confía en él”, Salmos 34:4-8
¡Qué bueno es tener en quien confiar!
Qué bueno es contar con alguien que te brinda apoyo, seguridad, amistad y comprensión. El rey David, siendo un poderoso guerrero y con todo a su disposición, no confió en su ejército ni en sus habilidades, sino que en todo tiempo tuvo el cuidado de depender de Dios.
Su convicción fue: “Claman los justos, y Jehová oye, y los libra de todas sus angustias. Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; y salva a los contritos de espíritu. Muchas son las aflicciones del justo, Pero de todas ellas le librará Jehová” (Salmo 34:17-19).
¿Y tú, cuando estás en aprietos, qué haces? ¿A quién buscas? ¿Cuál es tu primera reacción? Cuidado en confiar en tus habilidades o mirar hacia los hombres, dejando a Dios como último recurso.
En el momento de la necesidad, primero clama a Dios. El oye y libra. Recuerda que “Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón y salva a los contritos de espíritu. Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará Jehová” (Salmo 34:18-19).
Finalmente, Él ha prometido “estar con nosotras todos los días hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20). ¡Qué reconfortante! La próxima vez que te sientas sola, clama a Dios, que Él te responderá y librará.
Oración: Señor, gracias por tu pronto auxilio en las tribulaciones. Que tu presencia sea una realidad en nuestras vidas, como buenas Maestras del Bien. Por Cristo, amén.
