“Antes exhortaos los unos a los otros cada día…para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado”, Hebreos 3:13
El pecado es extremadamente engañoso; es el arma por excelencia de Satanás para hacernos extraviar del camino recto y enemistarnos contra el Creador. Fue mediante un sutil engaño que Satanás, la serpiente antigua, hizo pecar a nuestros primeros padres, Adán y Eva, abriendo la puerta de par en par para que todos los males que hoy pueblan la tierra fuesen introducidos en la raza humana.
Ahora bien, ¿en qué consiste el engaño del pecado del que habla el texto de hoy y cómo lleva a cabo el pecado su ingenioso trabajo? De la siguiente manera:
Primero: El pecado siempre te llevará más allá de donde pensabas llegar originalmente. Si sólo pensabas llegar hasta el kilómetro 2, el pecado te llevará gratuitamente hasta el kilómetro 20.
Segundo: El pecado te alejará de Dios por más tiempo de lo que pensabas. Si pensabas tomarte unas vacaciones por dos días, el pecado la extenderá por semanas, meses y hasta años.
Tercero: El pecado siempre te costará más de lo que tenías pensado pagar. Te costará tu integridad, tu paz, tu relación con Dios, tu familia, etc. Si pensabas pagar 100, pagarás 1,000.
Cuarto: Tú pecas a tu manera, pero tendrás que regresar a la manera de Dios. Eso significa que Dios tendrá que hacer uso, muchas veces, del doloroso bisturí para arrancar el cáncer de tu pecado.
Quinto: El pecado sólo engendra pecado. Tendremos que acudir a un pecado para cubrir otro pecado, creando así un efecto bola de nieve que al final terminará aplastándote.
Sexto: El placer del pecado es efímero, temporal y pasajero, pero las consecuencias del pecado son eternas.
Séptimo: No hay pecado oculto que Dios no ponga de manifiesto, de acuerdo a Mateo 10:26.
Octavo: Mis pecados empiezan cuando yo quiera, pero terminan cuando Dios lo determine. No somos amos, sino siervos del pecado.
Noveno: El pecado te conducirá por el camino de la auto justificación, el cual, lejos de llevarte a Dios más bien te alejará de Él, como sucedió con el rey Saúl.
Décimo: Nadie se burla de Dios. Todo lo que el hombre sembrare, eso segará (Gálatas 6:7).
Si hemos pecado y le hemos fallado a Dios, recordemos siempre que el arrepentimiento y la confesión despejan el camino para restaurar nuestra relación con Dios, el cual es fiel y justo para perdonar todos nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad (1 Juan 1:9). Y por último, “el pecado nos conduce a la esclavitud, mas la santidad nos conduce a la libertad”.
Oración: Padre, avergonzada te ruego que perdones mis pecados. Gracias por limpiarme con la sangre de Jesús y porque al que al Hijo libertare, será verdaderamente libre. En Su nombre, amén.