“Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”, Romanos 6:23
La mayor expresión de la gracia de Dios la encontramos en la dádiva de la vida eterna que nos otorga en Cristo Jesús. Merecíamos la condenación, pero nos extendió su favor.
Pero Dios no solo nos salvó, sino que además nos coronó de favores y misericordias. Al pensar en ello y enumerar las bendiciones que han resultado de su favor inmerecido para conmigo, no puedo más que sentir gratitud y elevar acción de gracias.
La gratitud y la acción de gracias van mano en mano, pues una es consecuencia de la otra. La gratitud es el sentimiento de admiración, reconocimiento y gozo que nos sobrecoge, al comprender la bondad y fidelidad de Dios hacia nosotras. La acción de gracias, por su parte, es nuestra respuesta o manera en que reaccionamos en adoración y servicio a él.
Investigadores han llegado a la conclusión que la gratitud es un componente vital para el sano y feliz desarrollo de las personas. Según un escrito de Michael Hyatt, la ciencia ha podido comprobar que la gratitud:
1- Reduce el estrés
2- Nos protege de sentimientos negativos
3- Ayuda a mantener buenas relaciones
4- Mejora nuestra salud
Las personas agradecidas viven más satisfechas, frecuentan menos el doctor y viven más años que aquellos cargados por los afanes de esta vida.
Romanos 8:32 nos recuerda: “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” ¿Por qué pues afanarnos?
Amadas, en tiempos donde el estrés domina nuestra vida y la ingratitud es tan fuerte, aprendamos a contar nuestras bendiciones y dar acción de gracias a Dios por todas sus dádivas en Cristo Jesús.
Oración: Padre de amor, gracias por tu inagotable misericordia. Ayúdame a descansar en ti y alabarte cada día por todas tus dádivas, sobre todo la vida eterna. En Cristo Jesús, amén.