Tener una conducta reverente no depende de las circunstancias que estés viviendo, sino de una actitud interior (Génesis 22:5, Salmo 116:17, Hebreos 13:15).
Nuestro primer objetivo para ser Maestras del Bien y enseñar a otras debe ser el de cultivar una conducta reverente y alimentar un comportamiento que honre y glorifique a Dios en todo momento.
¿Cómo podemos hacerlo? La comunión con Dios es imprescindible, ya que la reverencia es una actitud interior que debe reflejarse en nuestro exterior. Esto se logra con:
Una mente a través de la cual Cristo piensa (Filipenses 4:8). Llena tu mente de la Palabra del Señor, lee la Biblia, estúdiala, memoriza versículos, escucha sermones y predicaciones, escucha música con la que puedas alabar al Señor. Ten mucho cuidado con lo que dejas entrar en tu mente (2 Corintios 10:5).
Una voz a través de la cual Cristo habla (Lucas 6:45). Dependiendo de lo que llenes tu mente es de lo que va a hablar tu boca. Ten cuidado de no enredarte en conversaciones vanas que no edifican ni te ayudan en tu búsqueda de tener un comportamiento reverente (Colosenses 4:6).
Un corazón a través del cual Cristo ama (Mateo 22:37-39). Amar a Dios y amar al prójimo. De la forma en la que Dios te ama a ti. Sin merecerlo.
Una mano a través de la cual Cristo ayuda (1 Timoteo 2:9-10). El amor es acción (Proverbios 31:2, 2 Corintios 12:15).
Oración: Padre, es mi oración que el porte de cada hermana sea reverente, que su interior, su búsqueda de la adoración a ti impregne cada poro de su piel y se traduzca en su mente, su hablar, su amor y sus acciones. En el nombre de Jesús, amén.
Por: Edurne Mencía