Alabando a Dios

“Bendeciré al Señor en todo tiempo; continuamente estará su alabanza en mi boca”, Salmos 34:1

Para mí, alabar a Dios es una parte integral de la vida cristiana, porque es reconocer el señorío de Dios sobre mi vida.

Creo que un principio fundamental establecido a lo largo de la Palabra de Dios es que, a medida que le alabemos, le reconozcamos como Creador omnipotente, omnisciente y omnipresente.

Cuando pienso en alabar a Dios, mi mente siempre se remonta a los salmos de David; él alabó a Dios continuamente con en el canto, en palabra y en espíritu. Y, de David, Dios dijo que era un hombre conforme a Su corazón. La alabanza de David era una expresión de su amor por el creador.

En el tiempo de David, cuando un sujeto entraba en la presencia de un rey, esa persona se inclinaba haciendo con ello un reconocimiento de autoridad. Cuando nos ponemos de rodillas ante Dios estamos haciendo lo mismo: reconociendo su dominio total sobre nuestras vidas.

Es fácil alabar a Dios cuando las cosas van bien, ¿verdad? Sin embargo, hay que seguir  alabándole en todas las circunstancias, reconociendo que Él espera nuestro "sacrificio de acción de gracias".

"Que también ofrecen sacrificios de alabanza, y publiquen sus obras con el canto alegre" (Salmo 107:22).                                                           


Lectura Bíblica Diaria

Mateo 27:1-26

Marcos 15:1-15

Lucas 22:66 - 23:25

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