El "no" y el "sí" de Dios

“En Jerusalén, cerca de la puerta de las ovejas, hay un estanque, llamado en hebreo Betesda, el cual tiene cinco pórticos. En ellos yacían muchos enfermos, ciegos, cojos y paralíticos [que esperaban el movimiento del agua, porque un ángel descendía al estanque de vez en cuando, y agitaba el agua; y el primero que descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviera.] Allí había un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. Cuando Jesús lo vio acostado, y se enteró de que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ‘¿Quieres ser sano?’” – Juan 5:2-6

Hoy tenemos la historia de cuando Jesús sana a un hombre que había estado enfermo durante treinta y ocho años. Jesús lo encontró entre una multitud de enfermos en el estanque de Betesda. Lo sanó y lo envió a casa.

Cada vez que leo esta historia, me pregunto por qué Jesús eligió a ese hombre y no a otro. ¿Por qué no sanar a todos y enviarlos a casa? No lo sé. Sé que Dios todavía opera de la misma manera hoy: sana a uno y a otro no; contesta una oración arreglando una situación y permite que otra oración quede aparentemente sin respuesta.

En cierto modo me consuela. Al menos Dios es consistente. Si él me dice “no”, también se lo ha dicho a otras personas; incluso en tiempos bíblicos, cuando Jesús caminó físicamente por la tierra. No necesito preocuparme de que estoy haciendo algo mal o de que no tengo suficiente fe solo porque mi oración no obtiene la respuesta que quiero. Aunque no las comparta conmigo, Dios tiene sus razones; así como Jesús tuvo sus razones, aunque no las conocemos.

Eso no significa que voy a dejar de orar o tratar de hacer que Dios cambie su “no” a un “sí”. Pero sí significa que Dios ha dicho sí, mil veces sí a nosotros para siempre, a través del sufrimiento, la muerte y la resurrección de Jesús nuestro Salvador. Si nos amó lo suficiente como para hacer eso, puedo soportar su “no” ahora, porque tengo su “sí” para siempre.

ORACIÓN: Señor Jesús, ayúdanos a lidiar con tu “no” y a recordar que nos has dicho “sí” para siempre en la cruz y la tumba vacía. Amén.

Para reflexionar:

- ¿Por qué cosas estás orando ahora por lo que podrías obtener un “sí” o un “no” de Dios?

- ¿Cómo lo manejas cuando Dios te dice “no”?

Por: Dra. Kari Vo

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