George Washington

“El Señor es la fortaleza de mi vida… Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón; aunque en mi contra se levante guerra, a pesar de ello, estaré confiado” –  Salmos 27:1, 3

En 1776 el Rey George no estaba dispuesto a ceder una parte muy exitosa y próspera de su imperio. Inglaterra tenía la mayor fuerza militar en la tierra y su armada en verdad reinaba en los mares.

Cuando George Washington y los otros se comprometieron a comenzar la rebelión, todos sabían que la decisión final sería la libertad o la horca. En el invierno de 1777, el Ejército Continental fue casi derrotado. Washington advirtió que la posibilidad de la derrota era casi segura a no ser que hubiera una intervención del Todopoderoso.

El ejército improvisado de 8.000 hombres fue atrapado en Yorktown, de espaldas al río y en frente de 21.000 tropas británicas. A pesar de que las circunstancias eran desesperantes, dos cosas les impulsaron a medida que se retiraban a su última posición a lo largo del río: su deseo ardiente por la libertad y la esperanza de una vida mejor para sus hijos.

Washington reunió a sus hombres con el grito: "Si Dios es por nosotros, ¿quién puede pararse contra nosotros?" Él estaba convencido de que Dios no los traería hasta ese momento para dejar que fallecieran.

En medio de una densa niebla, las tropas de Washington escaparon a la otra orilla, y el sueño americano nació - el sueño que nuestros fundadores nos dieron.

Washington tenía razón: Con la providencia de Dios, todos podemos "llegar a la otra orilla" si nos ponemos en Sus manos. 

 

Lectura Bíblica Diaria

Levítico 18-20

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