Madurez

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“Y le cambió el nombre a José, y lo llamó Zafenat Panea; además, le dio por esposa a Asenat, hija de Potifera, sacerdote de la ciudad de On. De este modo quedó José a cargo de Egipto. Tenía treinta años cuando comenzó a trabajar al servicio del faraón, rey de Egipto.” – Génesis 41: 45 – 46 NVI

“Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo; sino que está bajo tutores y curadores hasta el tiempo señalado por el padre. Así también nosotros, cuando éramos niños, estábamos en esclavitud bajo los rudimentos del mundo.” – Gálatas 4: 1 – 3 NVI

Después de escuchar el devocional, medita en los siguientes puntos:

Esta mañana me levanté pensando...

…en nuestros nombres y en el por qué nos habrán llamado nuestros padres así; sería interesante investigarlo.

1. En la Biblia existen personajes que fueron llamados de una forma y luego les fue cambiado su nombre. Abram, por Abraham; Jacob por Israel; Simón por Pedro; Saulo por Pablo. Es tan importante el nombre que se nos da, que aún nos hace falta dimensionar un poco más lo que eso implica y significa para nuestro destino.

2. A José el faraón lo llamo Zafenat Panea, que significa: El señor de la tierra. A través de la vida de José nos dimos cuenta de que no solo se dio un cambio de nombre para él, sino que vino una nueva identidad de parte de Dios la cual trajo una posición de autoridad al quedar a cargo de Egipto; además le fueron entregadas cosas que no tenía y una esposa llamada Asenat como familia para cumplir con el propósito que Dios tenía para él.

3. La historia de José nos dice que a la edad de treinta años comenzó a trabajar al servicio del faraón. Sin duda nuestra edad es una señal de crecimiento, pero son los procesos en nuestra vida los que nos hacen madurar.

4. Sacarle excusas a Dios es muestra de inmadurez de parte de nosotros; si José hubiera sacado excusa a cada prueba que tuvo que enfrentar, el cumplimento de su propósito no hubiese sido una realidad.

5. Permitir que nuestras vidas sean procesadas por Dios nos ayuda alcanzar la madurez que necesitamos para ser más efectivos en el lugar y en la posición que Dios quiere darnos. La inmadurez no nos deja disfrutar de la bendición plena de Dios.

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