No tengas miedo (Parte 11)

Le puedo confiar a Dios mis secretos

La omnisciencia y la omnipresencia de Dios pueden ser un pensamiento aterrador. ¿Hay alguien que puede leer mi mente? ¿Hay alguien que ha visto todo lo que he hecho?

Incluso los creyentes, en sus momentos de mayor debilidad, se llenan de temor cuando se dan cuenta de que sus pensamientos y su vida son un libro abierto para el Dios que lo lee todo y lo ve todo. ¿Me desprecia? ¿Me va a castigar? ¿Se va a ocupar de que toda esa suciedad salga a la luz?

Fue para este fin que el Hijo de Dios tuvo que venir a la tierra en persona; vino como un verdadero ser humano, tan humano como usted y como yo, pero sin pecado. Su vida inmaculada y Su muerte inocente se le ofrecieron a Dios como sustituto perfecto de nuestras sucias vidas.

Por medio de la fe en Él usted ha recibido el perdón de todo: de los pecados evidentes y de los pecados secretos, los que están a la vista y los que está escondiendo.

El rey David escribió: ¿Quién puede discernir sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos. Preserva también a tu siervo de las soberbias, que no se enseñoreen de mí(Salmo 19:12,13). David clavó su orgullo en la cruz.

Podemos confiar en Dios para el perdón de nuestro corrupto pasado e imperfecto presente, y podemos confiar en Él para darnos fuerza para superar nuestras pecaminosas debilidades.

¿No es dulce reconocer que su Padre celestial está más interesado en edificarlo a usted que en condenarlo?

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